Según narra el autor, a pesar del tiempo transcurrido desde que tuvo lugar la gran inmigración de los moriscos desde la Península Ibérica hasta el norte de África, entre los años 1609 y 1614, aún se conservan y siguen vivos en Túnez los numerosos vestigios culturales, artísticos y sociológicos que dejaron en su día los que arribaron a este país como consecuencia de los edictos de expulsión dictados por los monarcas españoles.
De los trescientos mil moriscos deportados, se calcula que unos ochenta mil llegaron a esta ciudad africana, lugar donde fueron acogidos por los dirigentes turcos que dominaban por aquella época los resortes del poder, y desde entonces la comunidad morisca ha constituido uno de los motores de progreso de este territorio.
Juan Carlos Rey Salado (Palma de Mallorca, 1952) Es miembro de la Asociación Española de Estudios del Pacífico, de la Pacific Art Association y de la Oceanic Art Society of Australia.
Inició su trayectoria profesional como oceanógrafo en el Instituto Español de Oceanografía, desempeñando posteriormente sus actividades profesionales en la Comisión Europea y como diplomático al Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea.
Ha ejercido de embajador de la Unión Europea en seis países —principalmente en el área de Oceanía—, donde se ha interesado por la huella española y plasmado los vestigios ibéricos en varios documentales de corte histórico como productor, y numerosas conferencias, artículos y libros como “Arte y cultura de Melanesia”, “Papúa Nueva Guinea, El esplendor de los colores” y “Agalega son dos islas”.