Con ellos no se pueden hacer planes. Llegan, sienten, proponen, te pillan desprevenido, van a su aire. Pero les caracteriza que no quieren hacer ruido. Sí ser escuchados.
Pueden ser bipolares, oír voces cósmicas, quizás tener la sensación de caerse, pero solo hay que acercarse a ellos, e intentar comprenderlos.
Eso ha hecho Desirée Belmonte, que a través, de su experiencia humana, de dejarlos hablar, de testificar sus pareceres, lo que dicen, nos ofrece este espectáculo de teatro documento audiovisual y plástico, musical, de sensaciones, donde nos da a conocer tres vidas reales distintas.
Lo único que les pasa es que tienen la mente estructurada de otra forma. Pero, igual que nosotros, tienen sus problemas, también se comunican, se interrogan, se introspeccionan a sí mismas y se dan cuenta de que sí, de que son diferentes, pero no peores, quizás con los mismos dilemas o con otros intereses que nosotros, dentro de nuestra educación social, se nos hace raro.
Desirée Belmonte en La Caja, donde la realidad pierde sus límites introduce esos elementos necesarios para comprenderlos. En este caso, La Caja es el propio teatro, el escenario, el patio de butacas, ahí estamos metidos todos, no solo Vicente, también está el mar, la playa y ahí nos encontramos con Víctor, o jugando con el sol como con una pelota, Mabel. Los tres enamoran.
Ninguno de los tres se da por perdido ni por vencido. Aunque uno de ellos, Vicente, ya no esté realmente. Pero han echado raíces, han dejado su testimonio, su parecer, su forma de ver y de vivir la vida.
Y todo ello, la actriz y dramaturga nos lo ofrece no para convencernos de nada, sino para indicarnos que estas personas con la mente estructurada de manera diferente merecen nuestra atención y nuestra comprensión.
Hay elegancia en la puesta en escena. La iluminación cuidada con los objetos reales producto de su investigación o, mejor, de su experiencia. Puede que estos personajes, personas reales, no consigan hacer nido, un entorno socialmente estable, pero tampoco se dejarán vencer y se mostrarán hermosos y con la belleza de quien no da nada por perdido.
Lo normal. ¿Qué es lo normal? Simplemente ellos se han despojado de máscaras. No es cierto que estén perdidos, no es cierto que no estén en paz con ellos mismos, no es cierto que sean enemigos. Aunque las instituciones los encierren de vez en cuando.
No los alejemos, que se queden, que nos enseñen. La realidad solo es una invención del orden establecido.
Creación: Desirée Belmonte, Sebastián López y Carlos Molina
Texto, dirección e interpretación: Desirée Belmonte
Música: Pedro Acevedo
Luces: Carlos Molina
Visuales: Sebastián López
Espacio escénico: Sebastián López/ Carlos Molina
Producción: Teatro De La Catrina
Colaboran: IVC, Generalitat Valenciana y Residencias Artísticas Carme Teatre
Espacio: Teatro Cuarta Pared, dentro del IX Festival Essencia de la Teatralidad