No solo en Alemania, sino también en países como Francia y Reino Unido, la cultura racista moderna, originada en la Ilustración, se apropió con éxito de todas las ideas y movimientos importantes de los siglos XIX y XX. Esta cultura no es una aberración marginal y pasajera ni una creación exclusiva de Hitler y sus seguidores. Además, tuvo una enorme influencia en diferentes aspectos como la ciencia, el gusto estético, la moral de la clase media o el nacionalismo.
La Solución Final fue ejecutada gracias a las condiciones establecidas por la tradición racista, en un país afectado por la Guerra Mundial, la revolución y la inestabilidad, cuando el nazismo, un movimiento político de masas moderno, tomó el control del Estado alemán. Esta tradición racista otorgaba a cada individuo su lugar en el mundo, ordenándolo y haciéndolo comprensible, frente a la incertidumbre generada por la modernidad y el pluralismo.
En la introducción crítica al libro, el historiador Christopher R. Browning explica cómo George L. Mosse se adelantó a su tiempo al profundizar en un campo de estudio antes de que otros apreciaran su importancia. A diferencia de otros, Mosse no mostraba un especial interés en los orígenes inmediatos de la Solución Final o en la percepción de la dinámica en la toma de decisiones políticas durante el Tercer Reich. En cambio, se centró en el profundo trasfondo cultural del Holocausto y trató de explicar sus orígenes a través de la "excavación" de las ideas y supuestos que dieron forma a una ideología de antisemitismo racial en los siglos XVIII y XIX. De esta manera, Mosse se alejó del siglo XX para explorar las raíces más antiguas del Holocausto y cómo estas ideas moldearon las mentalidades tanto de los perpetradores como de la sociedad en general.
«La historia del racismo es fundamental para responder a la pregunta de cómo fue posible el Holocausto», afirma el autor de Aquellos hombres grises, Mosse. A pesar de que Browning destaca que algunos postulados de Hacia la solución final han envejecido peor, resalta su anticipación al defender una conexión esencial entre la Primera Guerra Mundial y el Holocausto, así como la relación entre el asesinato masivo nazi de alemanes discapacitados mental y físicamente, la Solución Final y la Segunda Guerra Mundial.
«Parte de la obra de Mosse ha permanecido extrañamente velada», explica Diego Afonso, editor de La Esfera, al referirse a la historiografía del racismo y el nazismo. Según Afonso, aunque Mosse es una referencia ineludible en este campo, su prestigio social y político no quedó enterrado en 1945. Además, destaca que Mosse impartió su magisterio en los Estados Unidos de la segregación racial y que el Apartheid estuvo vigente hasta 1992. Estos dos ejemplos sirven para recordar la persistencia, ubicuidad y peligro de los estereotipos según la obra de Mosse.