En su segundo largometraje de ficción, Frauke Finsterwalder nos brinda una revisión alternativa y moderna de la controvertida figura de Sissi emperatriz a partir de los escritos históricos de la condesa Irma Sztaray, que ejerció como su última dama de compañía.
A fines del siglo XIX, Isabel de Austria vive en una comuna aristocrática para mujeres en Grecia, un universo alejado de la estricta etiqueta de la corte austrohúngara. Allí vive en absoluta libertad. Ni sus hijos ni su marido, el emperador Francisco José, juegan ningún papel. Lo único importante es que nadie debería ser nunca aburrido y que la propia emperatriz decide las reglas del juego.
Su nueva dama de compañía no lo tiene fácil. Al llegar a palacio, la exhiben como una vaca premiada y la someten a un interrogatorio. En la residencia de verano de Sissi en Corfú, tiene que demostrar su buen estado de forma en ejercicios sádicos, para luego someterse a una dieta de extractos de cocaína, antes de conocer a la malhumorada y errática emperatriz en persona.
Entre tés laxantes y sopas acuosas, caminatas y tratamientos de belleza, las dos mujeres, en principio muy diferentes, van acercándose. La condesa queda cautivada por la excéntrica y extravagante reclusa. Pero todo verano tiene un final, y cuando regresan a Viena, la vida de Sisi e Irma cambia drásticamente.
Finsterwalder dirige un drama histórico cautivador que fue presentado en la sección Panorama del pasado Festival de Berlín. En su atrevida reinterpretación, la cineasta desata dos fuerzas de la naturaleza en un duelo interpretativo entre las actrices Susanne Wolff y Sandra Hüller, quien recibió el aplauso de crítica y público en Cannes 2016 por la película Toni Erdmann (Maren Ade, 2016). Con un espectacular vestuario de Tanja Hausner y una banda sonora compuesta por temas de Nico, Portishead y Le Tigre, la película nos transporta a un mundo dominado por mujeres.
Completan la programación de la sección oficial un total de seis películas, en su gran mayoría, dirigidas por mujeres. Caso de la comedia dramática Vamos a la playa, de Bettina Blümner; el segundo largometraje de Birgit Möller, Franky Five Stars, donde lidia con humor y ternura con la enfermedad mental; la compleja red de conspiración, paranoia y trauma generacional tejidos por Ayşe Polat en In the blind spot; y el debate contemporáneo sobre la identidad planteado por Katharina Pethke en Uncanny me.