La estirpe de Miguel de Cervantes Saavedra tiene incuestionablemente raíces argandeñas, pese al casi total silencio de muchos investigadores cervantinos, y en algunos casos prácticamente el absoluto desconocimiento de los 107 testimonios fiables sobre la familia Cortinas de Arganda del Rey.
Las joyas documentales, preservadas en el Archivo Histórico de Protocolos, de Madrid, entre ellas, las del 2 de diciembre de 1566 y el 19 de diciembre de 1566, no solo testimonian la alcurnia materna de Miguel con Arganda del Rey sino también ponen de relieve que la madre de Cervantes, Leonor de Cortinas, esposa de Rodrigo de Cervantes, era hija de la hidalga aleana Elvira de Cortinas (1495-1566), oriunda de Arganda del Rey, un municipio español de la Comunidad de Madrid, situado a 28 kilómetros del «Oso y el Madroño».
Con certeza, el ilustre escritor, en su infancia, recorrió las calles de Arganda, la ermita de Valtierra, y la casona de su abuela materna Elvira, ubicada en la calle de San Juan, donde según algunos historiadores nació el héroe de Lepanto, ya que en aquella época era muy común dar a luz en casa de sus madres. En este sentido, hago especial hincapié en que no poseemos el acta de nacimiento de Andrés, Andrea, Miguel, Rodrigo y Juan, hijos de Leonor, empero disponemos de sus partidas de bautismo:
-Andrés, bautizado el 12 de diciembre de 1543 en la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor, de Alcalá de Henares;
-Andrea, cristianada el 24 de noviembre de 1544 en la misma Iglesia;
-Luisa, sacramentada el 25 de agosto de 1546 en la misma Iglesia, llamada sor Luisa de Belén y Cervantes, quien el 11 de febrero de 1565 ingresó a la orden de las Carmelitas Descalzas en el convento de la Concepción, cuyo padrino fue el licenciado Cristóbal Bermúdez y los testigos fueron el argandeño Pedro Martínez del Arroyo, sacristán de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares, y Francisco de Sánchez, clérigo de Fuente el Saz de Jarama, tataranieto de Juan de Cortinas (1422?-1485), hermano de Gonzalo de Cortinas (1426?-1486), tatarabuelo materno del Manco de Lepanto;
-Miguel, bautizado, el domingo 9 de octubre de 1547 en la misma iglesia, por el bachiller cura Bartolomé Serrano (1507-1566), oriundo del pueblo de Córdoba, capelán mayor del Colegio Mayor de San Ildefonso en 1533, en el baptisterio de la base de la torre de la Basílica de Santa María la Mayor en Complutum, cuyo padrino Juan Pardo, esposo de Ana de Villareal, le llevó en sus brazos a la pila;
-Rodrigo, cristianado el 23 de junio de 1550 en la misma Iglesia;
-Magdalena, natural de Valladolid, quien vino al mundo el 22 de julio de 1552 y de quien no poseemos el acta de bautismo; y
-Juan, nacido en Córdoba antes del 17 de marzo de 1556, cuya presencia contradice a los cervantistas, quienes propagan-, dejando en el tintero la documentación fidedigna-, que «ninguno de los tres hijos del cirujano nacidos en esos años recibiera el nombre de Juan».
Tocante al bautismo de Luisa, documento por primera vez la presencia del clérigo Francisco, sobrino del cura de Arganda del Rey, Bartolomé Sánchez, y primo del cura de Chinchón Pedro Sánchez, parientes de Leonor, quienes tomaron parte en el acta de bautismo, y contradigo a todos los cervantófilos, quienes aseguran falsamente que hubo una ruptura entre la familia Cervantes y Cortinas. Esa no es la verdad en absoluto.
En vista de ello, se plantean las siguientes preguntas: ¿dónde se localizan las partidas de nacimiento de los hijos de Leonor?; ¿quién las destruyó?; ¿por qué?; ¿es posible que todos sus hijos, menos Magdalena y Juan, hayan nacido en casa de su abuela materna Elvira, en Arganda del Rey?; y ¿por qué los biógrafos cervantinos no revelaron la presencia de Francisco de Sánchez, clérigo de Fuente el Saz de Jarama, tataranieto de Juan de Cortinas (1422?-1485), hermano de Gonzalo de Cortinas (1426?-1486), tatarabuelo materno del héroe de Argel, durante el sacramento del bautismo de Luisa, y dejaron en el tintero la documentación auténtica sobre la familia Cervantes-Cortinas?
También recalco que Miguel visitó la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Arganda, donde descansan la abuela materna de Miguel, Elvira de Cortinas, hija del alcaide de Maqueda, Diego Sánchez de Cortinas (1460?-1520), y su tía Beatriz de Cortinas (1476?-1506), así como la Casa del Rey, una casa con bodega, adquirida por el I Duque de Lerma, Francisco Gómez de Sandoval-Rojas y Borja (1553-1625) en 1608.
De igual modo, debo agregar que en sus obras maestras, Don Quijote de la Mancha y el Persiles, el «Príncipe de los ingenios» alude a dos ríos de la península ibérica; primero al río Henares,-, que nace en la sierra Ministra y desemboca en el río Jarama-, afluente por la izquierda del río Jarama, pertenece a la cuenca hidrográfica del Tajo, y atraviesa las provincias de Guadalajara y Madrid. Su cuenca ocupa una superficie de 4.144 km². Segundo, al río Jarama, que nace en las estribaciones de la pena Cebollera y desemboca en el Tajo en el término municipal de Aranjuez, cuyos principales afluentes son, por la margen derecha, los ríos Lozoya, Guadalix y Manzanares, y por la izquierda, el Jaramillo, el Henares y el Tajuña. Su cuenca ocupa una superficie de 11.596.81 km². Miguel los inmortaliza de la siguiente manera:
-«por esto será famoso desde Henares a Jarama» (El Quijote, II-XLIV);
-«para mí no hay toros que valgan, aunque sean de los más bravos que cría Jarama en sus riberas» (El Quijote, II-LIX);
-«desde el claro Caistro hasta Jarama» (Viaje al Parnaso);
-«la bella de Jarama y Tajo» (Los Trabajos de Persiles y Sigismunda); y
-«pasaron por Aranjuez, cuya vista, por ser en tiempo de primavera, en un mismo punto les puso la admiración y la alegría; vieron iguales y extendidas calles, a quien servían de espaldas y arrimos los verdes e infinitos árboles, tan verdes, que las hacían parecer de finísimas esmeraldas; vieron la junta, los besos y abrazos que se daban los dos famosos ríos Jarama y Tajo; contemplaron sus sierras de agua; admiraron el concierto de sus jardines y la diversidad de sus flores; vieron sus estanques, con más peces que arenas, y sus exquisitos frutales, que, por aliviar el peso a los árboles, tendían las ramas por el suelo» (Los Trabajos de Persiles y Sigismunda).
Importa dejar sentado, además, que el dramaturgo madrileño Francisco de Quevedo (1580-1645) en su soneto amoroso menciona el río Henares así: «sequé, y crecí con agua, y fuego a Henares, y tornando en el agua a ver mis ojos, en un arroyo pude ver dos mares» («Poesías amorosas»).
Dentro de este contexto, conviene mencionar, asimismo, que evidentemente la familia Cervantes conoció los molinos fluviales harineros, sirva de ejemplo, el molino de la Esgaravita fue situado sobre el caz de «La Esgaravita» del río Henares; el molino Borgoñón fue comprado por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros (1436-1517), donado al Colegio Mayor de San Ildefonso, de Alcalá de Henares, y ubicado sobre el caz de la Isla del Colegio; el molino del puente del Zulema fue instalado en la Isla de los García, próximo al puente del Zulema; y el Molino de Las Armas o del Batán fue creado en la Isla de las Armas, aunque fue un batán al menos desde 1480.
Sin la menor sombra de duda, apoyándome en los documentos directos e indirectos y en los textos cervantinos, relaciono Arganda del Rey con Miguel de Cervantes Saavedra y declaro que el «Rey de la Literatura española» es argandeño debido a su linaje materno y cordubense gracias a su cuna paterna, y por eso Arganda del Rey y Córdoba son innegablemente cervantinas.
Dichas pruebas documentales de primera fila deberían estar puestas en circulación, rectificando así los grandes desaciertos en las enciclopedias, libros de enseñanza y revistas electrónicas.
«Laus in Excelsis Deo»,
Krzysztof Sliwa
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