Obsesión, el espejo es traicionero, en esa foto no soy yo, me controlo cuando quiero, y si como porque como y si no como, es cosa mía, ¡maldita báscula!, que me engaña, soy ligera como el viento, este es solo un peso que me pesa, pero solo por dentro.
TCA, Trastornos de Conducta Alimentaria, lo niego, me niego, por mucho que mi pensamiento me diga que no lo estoy haciendo bien, me veo gorda, ¿y qué? Me veo delgada, pero no lo suficiente, en realidad, apenas como y lo que como me desborda, me remuerde la conciencia que, con recochineo, es volver a morder.
Lo siento, no era yo. Yo soy Carmen, y Ágata es la que viene a incordiarme, son los anuncios de televisión, son las portadas de las revistas, son las top model, son las excusas, son las imágenes de lencería, son las actrices retocadas, son las voces que nos marcan un canon de belleza exhaustivo y con medidas, es la soledad, es la incomprensión también, de mi madre, de mis amigas, de los chicos que me rondan, del tanga que no me puedo poner.
Basada en una experiencia personal, Esther Berzal, nos relata con sentimiento duro que hay muchas chicas, principalmente, que se ven obsesionadas por el hecho alimenticio. Sí, la palabra fatídica, la anorexia, y la bulimia y, también, la vigorexia, la ortorexia, la potomanía, y todo lo que tenga que ver con el consumo (o no) de alimentos y líquidos.
Así lo siente Carmen, la protagonista, o Ágata la antagonista, la misma, y sacan la versión de que, a la larga, no deja de ser una tortura, una inquietud, una neurastenia, una ansiedad, nada de ficción, y que los sueños, son la perfección.
Repartidos los dos personajes entre la propia Esther Berzal y Lauren Gumuccio, no consiguen que la madre se sienta orgullosa, Ana Belén Camarero, pero ellas tampoco lo están de su madre. No sabemos si Carmen y Ágata son amigas o enemigas, porque la presión es tal que nos hacen dudar y dudan ellas, y no hay final feliz porque tendrían que comer, perdiz.
María Uruñuela, la directora, sí las entiende, sí las abraza, sí las quiere, sí las aconseja con acierto y comprensión.
Uno puede obviar lo que pasa a su alrededor, pero no cuando se trata de estar en ayunas o pegarse el gran atracón.
Estar delgada, comerciar con el hambre, vender el ansia, condimentar la imagen, echarle picante, perfilar la silueta, Lo siento, no era yo, es esta sociedad que nos hace comer por los ojos o, por el contrario, y como dice el refrán popular, nos incita "a comer, bailar y gozar que el mundo se va a acabar".
Texto de ESTHER BERZAL
Intérpretes: LAUREN GUMUCCIO, ANA BELÉN CAMARERO Y ESTHER BERZAL
Producción: HELARTE
Dirección: MARÍA URUÑUELA
Espacio: Del 5 al 20 de abril de 2023, miércoles y jueves, en Nave 73