Posturita no es lo mismo que postureo. En las posturitas hay intranscendencia y frivolidad. Parece que a Letizia le basta con lucirse y gustar. No será su caso, pero estas actitudes son típicas de personas inseguras y vanidosas. El postureo es como las posturitas, pero con malas intenciones. Lo utilizan los políticos y los poderes fácticos. Incorpora impostación y engaño para llevarse el ascua a su sardina y tu voto a la urna.
Grosso modo esto ha sido así hasta ahora. Lo insoportable es la actitud equívoca de algunas primeras ministras que mezclan posturitas y postureo con un descaro acojonante. Yolanda Díaz no es la única que da vergüenza ajena en sus actuaciones estelares. Hago un llamamiento a las políticas de todo pelaje, para que cuando interactúen con Pedro Sánchez dejen de mirarle con arrobo y lascivia. (La Von der Leyen me la bufa, pero no me esperaba esto de ti, Meloni). Deberían leer “Mujercitas”, ese clásico universal que instruye en castos valores femeninos. Así no pasarán de mujercitas a mujerzuelas. Y no miro a nadie. Ni siquiera a Stormi Daniels, que es una santa. Como dirían las mujercitas de Igualdad, Donald Trump es culpable sí o sí, tío. Y punto pelota.