La escritora Elvira Lindo acaba de publicar una nueva novela titulada “En la boca del lobo” en Seix-Barral. “Para que el lector esté inquieto en todo momento de la lectura, tenía que crear una buena atmósfera; con sus campos, sus ríos, sus cielos y, sobre todo, sus personas”, dice la escritora nacida en Cádiz, pero con vocación trashumante ya que ha vivido en Ademuz, El Atazar, Nueva York, Madrid y, seguramente, en algún sitio más.
Para su editora, Elena Ramírez, “en la novela se palpa mucho la preocupación por los temas de la infancia. Es una época de desamparo. Tiene mucho de cuento clásico, lo que convierte a la novela en muy singular, construyendo su propio territorio literario. A Elvira le interesó tanto el tema de su nueva novela que interrumpió otra novela que ya tenía muy avanzada. Muchos lectores se van a ver reflejados con la evolución de la protagonista”.
La novela tiene como protagonistas a Julieta y su madre cuando llegan a La Sabina, municipio trasunto de Sesga, pueblo en el que veraneaba la escritora. A sus once años esa aldea perdida le parece a Julieta el mejor lugar para dejar atrás problemas a los que no sabe poner nombre. Ese verano eterno lleno de primeras veces descubrirá que los cimientos del pueblo están hechos de secretos y recuerdos; los lindes del bosque, de cuentos y leyendas; y el corazón de las personas, de miedo, odio, amor y esperanza, los cuatro sentimientos que nutren sus sueños y también sus peores pesadillas.
“Ese paisaje fue nutriendo una historia que cada vez percibía con más claridad, como si ya existiera y me hubiera estado esperando para ser contada. El paisaje de mi novela ha sido el alimento que ha nutrido la historia y los personajes, todos ellos inventados, crecieron de tal manera en mi imaginación y ocuparon tanto espacio en mi mente durante un año que ahora me resulta difícil afirmar que jamás han existido. Me resisto a negar su existencia. Acabé el libro con la congoja que sentía por no volver a convivir con ellos, tan honda fue mi implicación emocional en el trascurrir de sus vidas”, desgrana Elvira Lindo.
“En la boca del lobo” surge de la mirada de una autora que ha destinado gran parte de su obra a observar la infancia en toda su riqueza, singularidad y vulnerabilidad, y muestra que las historias que compartimos, y las que nos contamos, pueden romper la maldición de una herencia envenenada.
Ha regresado Elvira Lindo a la pura ficción, creando un territorio literario propio, la despoblada Sabina y sus bosques, un escenario en el que realidad y fábula se dan la mano, como en los cuentos clásicos. El lector que se adentre en él se verá inmerso en una novela magnífica, de intensidad creciente, ante cuyo misterio sólo podrá responder con asombro y emoción. “Me ha permitido el lujo de que los personajes tengan pensamientos. Que el lector sepa qué hacían las mujeres en el ese pueblo, cuál era su forma de hablar, si hablaban del amor o no”, cuenta.
“Lo que tenía claro cuando comencé a escribir la novela era el principio y el final. Mi intención fue crear un vacio en la narración para que el lector tenga que imaginar lo que ocurre. Que encuentren las inquietudes de lo que no está escrito, aunque hay las suficientes claves para que el lector sepa lo que es de la niña. Creo que me ha salido una novela que roza lo fantástico, donde hay verdades como templos”, desgrana la autora de la saga de Manolito Gafotas.
La literatura se escribe en el presente, pero se proyecta en el futuro
En la novela hay mucha psicología. “No he querido hacer una narración escabrosa ni sórdida (sobre los abusos). No quería que fuese cruda, quería que fuese buena, limpia. Que las respuestas las dé el propio lector”, señala la escritora y continua diciendo “los secretos de la vida a veces son voluntarios y otras veces lo son porque no tienes a nadie que te escuche”. Un pueblo pequeño hay más posibilidades que esto suceda que en una gran ciudad.
La joven protagonista llega a tener una amiga anciana a la que cuenta sus secretos. “Ésta no mira a la niña por encima del hombre sino que la entiende. Al entrar en el terreno de la fábula, puedo borrar las diferencias intergeneracionales. La literatura se escribe en el presente, pero se proyecta en el futuro”, apunta Elvira Lindo.
“El Rincón de Ademuz es un conjunto de pueblos y aldeas que a pesar de haber sido víctima del olvido y de la despoblación mantiene vivos los lazos sociales entre los habitantes de la comarca y ofrece a los sentidos un paisaje que siempre me ha parecido mágico por lo que tiene de frondoso y recoleto, un entorno que parece haber sido creado para los juegos de los niños. Esta historia se alimenta de la única nostalgia a la que mi carácter poco nostálgico se rindió desde la niñez, cuando la palabra nostalgia no estaba en mi vocabulario”, evoca la autora.
Elvira Lindo nació en Cádiz en 1962. Realizó estudios de periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y en 1981 empezó a trabajar en Radio Nacional de España, donde hizo labores de guionista, locutora, comentarista y presentadora, tareas que repitió en la Cadena SER y en la televisión. Es en los guiones radiofónicos donde surgió el personaje de Manolito Gafotas, que desde la publicación del primer libro de la serie, en 1994, goza de un éxito enorme en todo el mundo y por el que fue galardonada en 1998 con el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Su obra incluye las novelas El otro barrio (1998), Algo más inesperado que la muerte (2003), adaptada a los escenarios, Una palabra tuya (2005), ganadora del Premio Biblioteca Breve y llevada al cine con gran éxito por Ángeles González-Sinde, Lo que me queda por vivir (2010), Lugares que no quiero compartir con nadie (2011), Noches sin dormir (2015), A corazón abierto (2020) y En la boca del lobo (2023), la obra de teatro La ley de la selva (1996), sus crónicas de El País en Tinto de verano (2001), Otro verano contigo (2002) y Don de gentes (2011), y 30 maneras de quitarse el sombrero (2018). Ha escrito y codirigido con Daniela Fejerman la película Alguien que cuide de mí (2023) y es autora de numerosos guiones cinematográficos, como La vida inesperada (2014) o La primera noche de mi vida (1998), que cosechó varios premios en festivales nacionales e internacionales. Ganadora del Premio Internacional de Periodismo 2015 y del Premio Atlántida del Gremio de Editores de Cataluña en 2009, colabora habitualmente en el diario El País.