Van Gögh llora en su estudio y le duele la cabeza, los muebles se mueven en la estancia y le atormentan. Tiene lágrimas de sangre en los ojos mientras sus manos pincelan el lienzo que le agrede. Van Gögh vaga en sueños por la noche y por el día pelea con su mente. Tiene la mirada perdida y triste. Van Gögh no pide nada, pero aúlla en silencio su soledad de muerte. Van Gögh no descansa, solo necesita un amor sin fiebre, un pequeño beso en la frente.
El que le da su cuñada, Jo Van Gogh, que no quiere que los besos se apaguen, ni que la sangre deje de brotar, por más que causen estropicios alarmantes, sabe que el color es el aliento de Vicent y lo necesita como brisa necesaria, aunque queme.
Vuestra, Jo Van Gögh, de Laura Cepeda, que también lo interpreta, nos cuenta del frío de los girasoles, del miedo, de la rabia, de las mentiras, de la soledad, de la necesidad de creer en algo y alguien, del agua que es imprescindible cuando se tiene sed.
Aure Sánchez, que lo mismo hace de Vicent como de Theo, el hermano, navegan sin brújula, pero es Jo quien los mantiene en la esperanza de que Vincent llegue a ser algo, de que no se rompa en porciones, de que no se lo trague el silencio, de que se dé a conocer entre jirones.
En una biblioteca muy adecuada, en un ambiente sosegado y cargado de secretos si nadie lee sus interiores, Laura Cepeda interpreta a Johanna Van Gogh-Bonger en la mística posible de que confiaba en las pinturas de su cuñado.
No quiero que piensen que lo hago por interés, sino porque realmente creo que hay arte y potencial y porque, realmente, lo aprecio.
No hay tiempo en el tiempo pasado. Se puede hablar ahora con el marido muerto, con el pintor desaparecido, con su esencia, con su sangre y su sonrisa, con sus girasoles, con su habitación, con su pena, con los comedores de patatas, con su melocotonero en flor, con su noche estrellada, o con su campo de trigo con cuervos. Todo esto sería hoy desconocido si no hubiera sido por ella, por Jo, por la joven que ríe al sol aunque haya un aguacero.
Nos acercamos al silencio y a las palabras dialogadas de esta mujer que se deja un trozo de corazón en los labios. Que llora a solas la ausencia, que necesita la fuerza de la sensibilidad extrema para contarnos en su diario (teatral) que aún puede seguir hablando con ellos.
Texto: Laura Cepeda
Dirección: Guillermo Heras
Intérpretes: Laura Cepeda y Aure Sánchez
Espacio: Teatro Soho Club/Biblioteca