Hay días que te levantas con una energía tan bestial que podrías dar la vuelta al mundo. Pero te conformas con dar la vuelta a la tortilla. A la tortilla de patatas, quiero decir, sin metáforas ni leches.
Esta mañana, como los pensamientos van y vienen a su bola, una cosa me ha llevado a la otra y he recordado una frase de Borges que le escuché a Raúl Guerra en uno de aquellos míticos cenáculos de “Kantil”, cuando yo jugaba a ser intelectual y ellos me aceptaban porque eran feministas sin saberlo y les hacía gracia mi osadía. Hoy, con trece libros publicados y siendo una intelectual de pro, he pensado ¡qué coño! voy a comentar en mi columna la eterna enemistad de Borges y Sábato. Por cierto, una baja pasión muy común entre los eruditos.
Ahí va la frase borgiana: “Ten cuidado en elegir a tus enemigos, porque puedes acabar pareciéndote a ellos”. Es muy buena, tío. Borges era de “inputs” y Sábato, de profundidades. Yo entonces mantenía con Sábato una delirante relación epistolar (que guardo y atesoro) en la que me hablaba de Borges. Hace unos días, en el funeral de Raúl, evoqué la lejana época de “Kantil”. Raúl Guerra vivirá en nuestra memoria como el tipo inteligente y acogedor que fue. Gran persona y gran escritor. Muy reconocido. Más fuera que dentro. Como él mismo dijo en este DV hace 30 años: “la cultura oficial no reconoce el castellano como seña de identidad”. Y así seguimos y pasaremos a la historia.