Mi madre, que era compasiva y naif (un beso amá) le confesó un día a su director espiritual que, ella a veces, sentía odio por algunas personas y esto le hacía sufrir. El cura, un tipo práctico y perspicaz, le alivió con una respuesta que en mi familia es un mantra: “No, Beatriz, no sufra, usted no siente odio, siente asco y el asco no es pecado”. Genial el cura. De un plumazo se cepilla el delito de odio.
Tenía que ser vocal del CGPJ o juez del Constitucional. No diré que mi madre pasará a la historia, después de ver la que se ha liado con Sánchez. Por cierto, con razón. Me pregunto cuál de sus 800 asesores le aconsejó que soltara semejante parida. Yo creo que alguno de ellos es un espía de Cuca Gamarra y todo lo que está ocurriendo en España es una operación de falsa bandera.
Somos muy picajosos con Pedro Sánchez. Él es humilde, pero el estrés del “jet lag” le juega malas pasadas. Kenia, Indonesia, Egipto, Cumbre Europea, voy, vengo, bajo del Super Puma, subo al Falcon, al final no sabe ni dónde está, bastante hace con ir al Congreso de vez en cuando. Si consultas la agenda de Moncloa, para el 2023 tiene previstos 40 viajes oficiales. Un record de la leche, tío. Va a superar a todos los presidentes de largo. Yo en su lugar hubiera presumido de esto y no de la exhumación. Al saco, Paco. Y ¡ojo!, más te digo, lo de pasar a la historia no es ninguna chorrada. Yo misma estoy barajando un par de hitos. No sé por cuál decidirme.