Culta y políglota, conservadora frente a los liberales, su obra literaria tuvo problemas con la censura. Frasquita Larrea defendía la cultura europea adaptada a nuestro país a través de memorias personales y ensayos filosóficos.
Francisca Javiera Josefa Gregoria Ruiz de Larrea y Aherán, gaditana de origen, hija de un rico empresario alavés y de madre irlandesa, nació en diciembre de 1775. Apellidos de campanillas que le procuraron una educación exquisita desarrollada en los países de Inglaterra y Francia donde vivió durante muchos años. Destaca desde muy niña su afán de lectora incansable y entre sus autores favoritos durante la juventud se encuentran Shakespeare y Madame de Staël o la feminista Mary Wollstonecraft así como los filósofos Descartes y Kant. Políglota y escritora, propició una de las más conocidas tertulias de la ciudad andaluza en los años de las Cortes de Cádiz, de ideología conservadora. Se casó con el hispanista alemán Juan Nicolás Böhl de Faber a pesar de no ser católico y la hija primogénita de ambos, Cecilia, nacida en Suiza, será la futura escritora conocida con el sobrenombre de Fernán Caballero. Formaban un matrimonio ilustrado e influyente en la época, auténticos protagonistas de grandes aconteceres políticos para la historia de España en aquellas décadas incipientes de la nueva centuria. Años convulsos que ponen en peligro la estabilidad de una nación aquejada de vaivenes regios, de ahí que parte de la familia decida viajar a Alemania e instalarse allí, país al que no termina de acostumbrarse la escritora, por lo que las desavenencias matrimoniales no se hacen esperar y ella, finalmente, decide regresar a su Cádiz natal. No le son ajenos episodios prebélicos que consigue plasmar de manera muy descriptiva y rigurosa en títulos tan llamativos como Una aldeana española a sus compatriotas, Saluda una andaluza a los vencedores de los vencedores de Austerlitz en los campos de Bailén y Carta a un amigo todos correspondientes al año 1808.
Reunido el matrimonio de nuevo, el esposo se convirtió al catolicismo, hecho que suavizó las posibles fricciones que pudieran existir entre ellos.
Frasquita Larrea como era conocida en ambientes no solo palaciegos sino también populares, mantuvo sin interrupción comunicación epistolar con el filósofo Schlegel y el escritor Blanco White, mientras se posicionaba del lado más monárquico instaurado por el absolutista rey Fernando VII, situación que impidió la total libertad de contenido argumental de muchas de sus obras y provocó no pocos conflictos con la censura.
No le dolieron prendas en presentarse como ideóloga beligerante defensora de un movimiento literario romántico basado en las nuevas influencias llegadas de otros países y así lo expresó en más de un ensayo, diarios personales y algunos de sus escritos inéditos hasta después de su muerte que circulaban entre los más famosos autores nacionales. Murió en 1838 en El Puerto de Santa María.
Hoy conocemos su obra y la repercusión de la misma gracias al libro La gaditana Frasquita Larrea, primera romántica española a cargo de Antonio Orozco.