La tortura siempre es deleznable, pero cuando se ejerce contra las mujeres, contra una mujer, parece más vil e inhumano todavía.
Así nos lo plantean la compañía Taiken Teatro, con Miriam Iglesia y Pedro Fajardo, dirigidos por Alejando Colera, dándole al personaje masculino creado por Mario Benedetti la personalidad de una mujer fuerte e imbatible, firme y luchadora, que dará una vuelta a su torturador para que se sienta él mismo vilipendiado, vejado, denigrado.
Eran tiempos de dictadura, (algunos aún no están muy lejos), donde el que no estaba con el régimen estaba contra él, aunque no se metiera en política. Energúmenos viles que disfrutaban haciendo sufrir al detenido, en este caso presa, aplicándole toda clase de presión física, golpes, castigos psicológicos y corporales que acababan mermando la fuerzas del prisionero. Y acababan confesando lo que no habían hecho, denunciando a quien no conocían o acusándose de delitos no cometidos.
¡Cuánto desmán tolerado! Calabozos llenos de seres humanos sangrando, heridos, matándolos o dejándolos morir, (recuerden a Miguel Hernández), ejecutados públicamente para ejemplarizar unas normas de conducta y, lo que es peor, de pensamiento, de dirigentes con las manos llenas de sangre aunque ellos no hubieran empuñado personalmente el arma torturadora, como sucede en esta representación.
Tristemente, este texto dramático de Mario Benedetti, Pedro y el capitán, ahora Petra y el capitán, de 1979, sigue teniendo una actualidad que no sería necesaria. En él, efectivamente, hay tortura, represión militar, pero el escritor poeta nos habla de derecho a la libertad, de almas de barro, de dignidad y orgullo, de injusticia y abuso de poder.
Y los intérpretes, Miriam Iglesia y Pedro Fajardo sostienen los personajes con el infierno interior que exteriorizan magistralmente en la pequeña celda sin puertas ni ventanas; él, el capitán, con el iniciático ritual de colocarlo todo en su sitio, bien ordenado, hasta que se le descuadre la emoción, hasta que se le rompa el esquema de la apariencia fingida de bienhechor, cuando pasará a llamar de usted a la detenida, y ella de tú al interfecto, porque ya no podrá con ella, y no porque haya sucumbido, sino porque no se puede matar la libertad. Petra, piedra, por más que sangre, por más que cercenen su cuerpo, vencerá a su opresor con las armas del convencimiento, de la fuerza humana de creer en sí misma y en un mundo al que no se le pueden poner cadenas.
Se habla de tortura y se siente, aunque no haya ni una escena escabrosa, y lo sienten también los actores; está impregnada en el ambiente, en esa pequeña sala recogida, El Corral de Lope, donde el teatro que se ve es inmenso, por sus voces y por sus verdades.
FICHA TÉCNICA
Autoría: Mario Benedetti
Dirección: Alejandro Colera
Compañía: Taiken Teatro
Interpretación: Míriam Iglesia, Pedro Fajardo
Espacio: El Corral de Lope