LOS IMPRESCINDIBLES - Álvaro Bermejo

“PELOS, VELOS Y KAMIKAZES”

Masha Amini
Álvaro Bermejo | Sábado 12 de noviembre de 2022

Hair for freedom -pelo por la libertad-. Bajo esta consigna miles de mujeres de nuestro civilizado Occidente cuelgan en sus redes videos en los que aparecen cortándose un mechón de su cabellera en solidaridad con la joven iraní Masha Amini, muerta tras ser detenida por llevar el velo de una manera “inconveniente”. Me propongo hacer lo mismo: cortarme el pelo, pero no un mechoncito testimonial, sino en su integridad, hasta llegar a la raíz de la cuestión.



Todo comienza con un ‘viernes negro’, el 8/S de 1978. El régimen corrupto del sha Reza Palhevi se desploma. ¿Sabíamos que bajo su mandato lo que estaba prohibido era llevar el hiyab? Tanto nos da. Desde antes de entonces un carismático ayatolá exiliado en Irak por su extremismo -Jomeini- había comenzado a ganarse la simpatía de un héroe de la libertad como Richard Nixon. En su libro ‘La verdadera guerra’ lo dice literalmente: “Los sucesos de Irán no son batallas, sino una guerra real que EE.UU. libra contra la URSS”.

Ya lo entendía así cuando Persia era una dictadura occidentalizada, como describe la película ‘Persépolis’. Sus mujeres vestían a la europea, la gente de Teherán se declaraba progresista, la clandestinidad era un cóctel de marxistas-leninistas -Fedayin- y socialistas islámicos -Muyahidin-. Nuestro tutor imperial, Washington, sólo veía el riesgo creciente de que la caída del Sha desembocara en un régimen prosoviético. ¿Cómo impedirlo?

En 1979 la canción vencedora de Eurovisión fue la israelí ‘Halleluyah’. A ese compás, procedente de París en un vuelo de Air France escoltado por dos cazas de Giscard, aterrizó en Teherán aquel insólito amigo americano -entonces-, Jomeini. ¿Cómo lo valoró el demócrata Jimmy Carter? “Irán será una isla de estabilidad en una región turbulenta”. El resto lo conocemos.

Como la criatura del doctor Frankenstein, el ayatolá se les fue de las manos, acabó ocupando la embajada estadounidense y provocó la caída de Carter. Ni aun así cedió el fervor de la Casa Blanca por aquel hombre de negro. En 1985, bajo el mandato de otro paladín de Occidente, Ronald Reagan, estalló el escándalo Irangate. ¿En qué consistía? En facilitar la venta de armas a Irán, pese al embargo dictado por la propia administración americana. Todo sea por abortar la influencia de Rusia allá donde deben imperar las Barras y Estrellas.

¿Nos sorprende que Kiev esté siendo bombardeada con drones kamikazes de fabricación iraní? Para kamikazes, nosotros, los europeos. Y así nos luce el pelo.

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