Por su parte, Christina Linares, colaboradora en la redacción del libro y representante del Grupo Editorial Renacimiento, expresó el honor que sentía de haber podido formar parte de la historia viva de la literatura prensente, ya que Roberto Alifano fue colaborador de Borjes y tuvo la gran suerte de poder pronunciar unas conmovedoras palabras en los funerales de Neruda y Macoco. La referencia a Borges, con su literatura poderosa y desbordante, fue uno de los abundantes ejemplos de personalidades cumbre en el repertorio de la lengua española en cuanto a calidad y unión, que culminaron, con razón y como cabía de esperar, en el elogio a esta obra de Roberto Alifano en la que una historia captivante que se recrea en los años 20. Es esa calidez de la "Belle Époque" la que colaboró en el desarrollo de una literatura más risueña y cercana si cabe y donde tienen razón de ser los acontecimientos que se describen, gracias al papel fundamental que Argentina y, más en especial Buenos Aires, tuvieron en esta época.
Macoco, por su parte era considerado la oveja negra de la familia, ya que aunque fuera poliglota (hablaba 5 o 6 idiomas con facilidad) y estudiara en Reino Unido (Eton) y París (Universidad Sorbonne), su principal objetivo en la vida era disfrutar y vivió gastando su enorme fortuna en esto. Macoco fue sin duda alguna uno de los grandes personajes del siglo XX, no en la perspectiva intelectual, si no por su estilo de vida, en el cual también intentaba incluir la cultura por la que se preocupaba y protegía en gran medida. De hecho, haciendo referencia a esto último, se dice que poseía numerosas obras de arte de Rembrandt y hasta 3 copias del Beso de Rodin. En definitiva, se trataba de un hombre peculiar por su manera de tan particular de vivir, en la que los gastos más insignificantes se volvían necesarios para demostrar que esa era la forma más libre y plena de concebir la existencia, disfrute en su máximo espledor.
El autor, Roberto Alifano, llegó a conocer personalmente a Macoco gracias una entrevista que posteriormente provocó el florecimiento de una amistad hasta que murió en 1982. Tuvo la suerte de poder ser compañero de viajes suyo e incluso lo juntó con Borges provocando un entendimiento que solo sucedia entre personas de la misma clase aristocrática, aunque el poeta no gozara del mismo nivel adquisitivo que Macoco. De entre sus anécdotas y curiosidades más ficticias, pero reales, cabe destacar su enorme parecido con el protagonista de "El gran Gatsby" de Scott Fitzgerald, ya que el autor estuvo viviendo con su mujer en una casa que Macoco le acomodó en el jardín de su mansión en Beverly Hills, lo que coincide con la trama de la historia del libro del estadounidense. Por último, una de las jugarretas con más gancho del libro es aquella en la que pidió una botella de agua con gas en un bar en el que no disponían de la misma, a lo que acto seguido hizo que le trajeran una caja de botellas de champán con las que se lavo posteriormente los pies. Así mismo, se le debe el acuñamiento del término "Tirar manteca al techo" o "Il est riche comme un argentin" (es rico como un argentino) en el imaginario popular. En definitiva, Macoco es sin duda un símbolo e ídolo de lo caprichoso y lo altanero. Un playboy con todas las letras.