Su obra refleja el ambiente criollo en el que vivió, así como la temática humana heredada de autores europeos a los que admiraba: Pirandello, Proust o Unamuno. Marta Brunet fue diplomática y educadora, plasma sus recuerdos y vivencias en una obra poligráfica reconocida y premiada por la crítica posterior.
Marta Brunet Cáraves, nace en Chile en 1897, hija de madre española, recibe una educación en su propia casa, en la finca particular de sus padres, conservadores, inmersa en un ambiente rural y agrario que describirá a lo largo de su producción literaria. Precoz narradora y muy original en su estilo, comienza escribiendo teatro a los siete años y fantasea con la idea de un público animalario que observa lo que se representa en su función.
En sus años de adolescencia, emprende un viaje familiar que la llevará por diferentes países de Europa hasta recalar en España, en concreto en las regiones de Asturias y Cataluña para conocer a su familia materna. Tras la Primera Guerra Mundial, regresa a su país y comienza la publicación de cuentos, con el seudónimo de Miriam hasta que se decide a hacerlo con su propio nombre en la novela Montaña Adentro (1923) que le valió ser aclamada por la crítica de su tiempo, aunque no exenta de polémica por parte de la sociedad más reaccionaria que veía atacados sus principales valores, al tratar el tema de la maternidad en soledad. Gabriela Mistral encomió el libro sin paliativos ni fisuras.
Con su madre enferma mental y después de morir su padre, se traslada a vivir a Santiago y se dedica a publicar artículos de cocina o quiromancia en periódicos como El Sur y La Nación, por ejemplo.
Destaca la precisión y minuciosidad en la técnica descriptiva que despliega para “pintar” tanto a sus criaturas literarias como paisajes y naturaleza que los envuelve.
Premiada y reconocida, continúa imparable su labor como escritora durante las siguientes décadas Reloj de Sol, La hermanita hormiga, Cuentos para Marisol entre otros títulos. Avanzan los años treinta y cuarenta…
Combina esta profesión con la de actriz y con posterioridad va a ejercer responsabilidades diplomáticas en Buenos Aires, Brasil y Montevideo, donde muere en 1967 el día en que incorporada a la Academia Nacional de Letras de Uruguay, impartía su discurso de agradecimiento al público: en aquel momento se desplomó, víctima de un ataque cerebral.
Algunos títulos famosos son Don Florisondo, Bestia dañina, María Rosa, flor de Quillén; la colección de cuentos Aguas Abajo. Recibió el Premio Nacional de Literatura en España en 1961, segunda mujer en obtener dicho galardón, después de Gabriela Mistral, amiga personal de la autora.
Su herencia literaria se destinó a la Universidad de Chile con el objeto de crear una beca para apoyar al Liceo de Niñas y al Liceo de niños de Chillán.
Hoy distintas escuelas e instituciones llevan su nombre en recuerdo de la labor educativa que desarrolló a lo largo de su vida.