La mejor estrategia para seguir pareciendo joven es no cambiar de peinado. En mi caso he llevado esta premisa al paroxismo. Dice mi madre (un beso amá) que nací con un flequillo indomable, negro e hirsuto. Y sigo así de áspera y rasposa. Bueno, tampoco me lo tomes al pie de la letra.
Puedo ser ácida y esquiva, pero con momentos aislados de afable cordialidad. El siguiente truco para aparentar lo joven que ya no eres, es mantenerte en la onda y seguir las tendencias que exige la moda. No solo en tus looks, zapatitos, modelitos, escotitos, sino sobre todo en las actitudes y la manera de relacionarte. O sea, mucho colegueo con las amiguis, parecer enrollada, todo okey, be cool, jiji,jajá, ya me entiendes. Ni siquiera importa que en el Spotify hayas seleccionado a Elvis Presley, el “Yesterday” de los Beatles y música de los ochenta. Eso es a tu bola y nadie se entera.
Hasta aquí estamos de acuerdo. Lo que me flipa es esa nueva expresión que se dice ahora para despedirse. Después del “venga, nos vemos” “ciao, te llamo” y ese “agur, seguimos en contacto” (tan bilbaíno) te sueltan un “cuídate” ¿Cuídate? Joder, tío ¿qué pasa? ¿me ves mala cara? No sabes si es una recomendación o una amenaza. Me parece de muy mal gusto con una guerra nuclear en ciernes. Menos mal que tenemos al alto comisionado Borrell disfrazado de Anacleto, agente secreto, controlando el chiringuito OTAN del escudo antimisiles. Vade Retro, satanás.