La escritora y dibujante Liv Strömquist regresa a nuestro país para presentar su nuevo libro titulado “La sala de los espejos”, donde aúna en formato cómic, de manera ácida e irreverente, la filosofía con el control de la imagen. La autora hace un repaso de las influencers más notorias de la actualidad y también de la antigüedad. El libro ha sido publicado Reservoir Books.
La autora afirmó en una rueda de prensa celebrada en la residencia del embajador de Suecia en Madrid, Teppo Tauriainen que “vivimos una época donde prima la obsesión por la belleza, que está relacionada con el paso del tiempo y al miedo que tenemos todos a morir. De ahí que nos cuidemos como nunca se había hecho. Todos tenemos que morir, pero ahora lo haremos mucho más guapos”. Según Liv, toda esa búsqueda de la belleza está produciendo una neurosis en la sociedad. Sólo valoramos la belleza superficial, olvidándonos de la del alma. Para ella, “no sabemos abordar el tema de la muerte en los medios de comunicación de una forma digna”, subraya.
Para la editora de Reservoir Books, Carme Riera que acompañó a la escritora sueca en todo momento, “Liv Strömquist es un referente mundial del ensayo gráfico. Sus libros han sido traducidos a varios idiomas consiguiendo ventas muy importantes”. La autora nacida en Lund, pero vinculada a la ciudad de Malmöe, ha tratado en sus libros temas candentes y actuales como la sociedad líquida, Tinder o, ahora, los influencers. La autora, escribe y dibuja sus propios libros, pero esta es la primera vez que ha utilizado a otra persona para colorear sus dibujos.
“Vivimos una dictadura de la imagen. Todo el mundo tiene un móvil con cámara en la mano. Todos nos creemos fotógrafos. Tenemos un ego desmesurado”, expone la escritora sueca que es una feminista de solera. Todo esto conduce a una mayor inclusión de las personas ya que cualquiera puede hacer una fotografía y subirla a las redes, pero se mezcla todo bastante. Antes eran los fotógrafos los que dictaban las tendencias de la moda, ahora son, preferentemente, las mujeres ya que se fotografían ellas mismas sin necesidad de un profesional y las publican en las redes. “La sociedad está inundada de esas imágenes que se suben a las redes sin ningún tipo de filtros. Es una democratización de la información”, sentencia risueña.
Para la historietista, como la define la editorial, “en nuestra sociedad tenemos muchas posibilidades de comprar la belleza. Ha ido en aumento para todos y de eso se aprovechan las empresas”. Las influencers precisamente lo que hacen es motivar a la compra de todo tipo de productos de belleza para las mujeres. “Sí, las mujeres están más obsesionadas por la belleza que los hombres y compran más productos que ellos”.
En una de las partes del libro, analiza la teoría del deseo mimético del pensador francés René Girard. “La gente no conoce sus deseos y son los influencers los que te los indican porque copiamos los deseos de los demás, todo el mundo los copia”, explica y agrega con decisión “en los tiempos actuales todo está dirigido a aumentar el consumo y a promocionar las ventas. De ahí que los deseos de fomentar, para vender más cosas”. Todo es un negocio monumental donde las influencers ganan más dinero recomendando los productos de las grandes empresas de Silicon Valley.
Su forma de trabajar es muy sencilla, “primero investigo sobre el tema que voy a tratar, en esta ocasión es la primera vez que he hecho entrevistas a muchas mujeres, luego esbozo una especie de guion y, finalmente, escribo y dibujo el libro”. El libro trata diferentes épocas, va desde la actual hasta la Edad Media y en cada época utiliza un color diferente. Ha utilizado el cuento de Blancanieves para mostrar que ya hace un par de siglos se estaba obsesionado por la belleza. Además, aquello de espejito espejito mágico ¿quién es la más bella? está de absoluta actualidad y el título de su libro “La sala de los espejos” lo demuestra.
También se fija en la emperatriz Sissi para conformar el último capítulo del libro. “Sissi fue el primer ejemplo de lo que es una persona moderna. Se centró en mejorarse a sí misma. Estaba bastante obsesionada por su aspecto. Era un tanto excéntrica, tenía gimnasios en sus palacios”, recuerda Liv Strömquist.
En opinión de la autora, “muestro la parte positiva y negativa de las redes sociales. No propongo respuestas, pero sí quiero que se abra un debate. Los mejor sería que no hubiese publicidad en ellas, pero eso es imposible. Nos estamos convirtiendo nosotros mismos en un producto”. La autora entiende el castellano relativamente bien. “Estuve haciendo un Erasmus de seis meses en Salamanca, pero mi español es como el de un niño de 10 años”, señala modesta y nos deja una perla para finalizar: “La filosofía se centra en que todos queremos ser bueno y mejores; ahora lo que deseamos es mejorarnos a nosotros mismos. No nos fijamos en la bondad y en el querer ser mejores personas”. Así nos va.