Rosa Mayreder fue una convencida defensora de la función social de la mujer en Austria. De una poligrafía aplastante, enarbola el principio de la libertad femenina gracias a la educación, al saber.
Esta mujer singular, de origen burgués, nació en 1858. Firmó sus obras con el nombre de su padre, conservador y próspero empresario que creía en la educación de sus hijas. Favoreció el talento artístico de Rosa: pintora, música; escritora y filósofa autodidacta. Se colaba en las clases particulares de latín y griego impartidas a uno de sus hermanos. Plasmó su vida en las páginas de un diario a lo largo de sus 80 años. Se rebeló contra el uso del corsé y la marginación profesional de la mujer. Ensayista, poeta y libretista de ópera. En su obra propone una actitud libre de ataduras y defiende la felicidad a través del estudio. Activista ilustrada, participaba en importantes círculos austriacos reservados a hombres; animada por un cambio necesario en las costumbres de su país, funda en 1902 la Federación de Organizaciones de Mujeres Austríacas que presidió hasta 1918. Alguno de sus títulos hablan de crítica y horizontes prometedores, de ilusiones y cultura, de género y prevalencia: Sobre la crítica de la feminidad de 1905 y Género y Cultura de 1923. Años duros y difíciles al lado de su marido enfermo de depresión -de la que ella fue acusada-; difamaciones que no arredraron su implicación en el movimiento feminista por la paz durante la conflagración mundial. Eran tan famosos ambos, su talla intelectual tenía tal proyección social, visibilidad e influencia que siempre fue una pareja observada por el ojo escrutador ajeno; sospechosa, ella, sin duda. Al final, llegaría a confesar su decepción conyugal, el desánimo que la invadió al reconocer que una mujer, por el hecho de serlo, sufre recelo; a pesar de los sucesivos intentos de socavar su autoestima, fue consecuente con sus principios y se anticipó a su tiempo al romper los moldes que separaban lo propiamente masculino de lo femenino; por encima de esa brecha, sobresale la persona y su desarrollo intelectual. La mujer tiene mucho que aportar sin permanecer en la sombra, acallada por el hombre. Conocedora de los avances en medicina, se mostró tajante con muchas de las teorías dominantes, marcadas por una recalcitrante diferenciación sexual a la vez que negaban –incluso impedían- la igualdad de posibilidades físicas, cerebrales y profesionales entre todos y todas. No le dolían prendas en refutar ideas y contenidos proclamados por escritores que marginaban a la mujer -por muy cultivada que fuera-, que la ubicaban solapada y jerárquicamente inferior. Empecinada en borrar la desigualdad a la que se veían destinadas las féminas; decidida y firme instigadora de perpetuar el valor y la valía de sus compatriotas sin imposiciones sociales. Aboga por la personalidad reflexiva de las mujeres, dotadas de una gran capacidad sensitiva, hábiles, intuitivas y perspicaces.