La Feria del Libro de Madrid además de ser la más importante de España, siempre ha sido el escaparate a nivel nacional de los autores famosos y aquellos que comenzaban su carrera como escritores. Desde sus comienzos en 1933, en el Paseo de Recoletos, la feria siempre tuvo la función de sacar a la calle a los libros y sus autores. De alguna manera se desmitificaba la caduca ideas de que los escritores eran una especie de ermitaños apartados de la sociedad o encerrados en cafés divagando sobre lo divino y lo humano.
Durante ochenta y nueve años miles da autores han pasado por la feria, seguramente soñando con convertirse en la próxima promesa literaria o alcanzar la inmortalidad. Tras dos años de pandemia y con la feria a medio gas, lectores, librerías, editoriales y lectores han regresado con el deseo que la fiesta del libro vuelva a brillar con toda su fuerza, pero este año, como en sesiones anteriores, muchas de las firmas multitudinarias están protagonizadas por “famosos”. No es nada nuevo, desde hace años los grandes grupos editoriales y otros no tan grandes, buscan en las televisiones, pero también entre los influencer y los youtuber a imanes que hagan subir las ventas de los libros. Sin duda es necesario que las editoriales vendan muchos ejemplares de algún libro, para que después puedan publicar otros menos mediáticos, pero la Feria del Libro de Madrid se está convirtiendo en un pequeño circo en el que la gente, como si de leones se tratara, mira a los enjaulados famosos para dicha de su morbosa curiosidad. Algunos escritores se quejan de que algunas editoriales no publican a muchos autores si no tiene un programa de televisión, radio o está presente en las redes. Sin duda hay buenos escritores que combinan su carrera en los medios con la escritura. Desde Arturo Pérez-Reverte que era corresponsal de guerra, pasando por Julia Navarro o Vicente Vallés, son muchos los que siempre han estado entre las dos aguas, al menos al principio de sus carreras.
Estamos exterminando a la “clase media” de los escritores, apostando únicamente por unos pocos títulos y lanzando a los demás a la arena de las librerías. Como dijo un famoso editor inglés: “Yo tiro todos los libros contra una pared, si uno pega, a ese le meto más marketing”.
Leamos lo que queremos, no seré yo como ciertos ministros que nos dicen que tenemos que comer y hasta que debemos cagar, pero la sensatez siempre ayuda en estos casos. Leamos libros buenos y nos convertiremos en nuestra mejor versión de nosotros mismos.