Nuestra mujer singular también llamada Hadewijch de Brabante, nació en Amberes, Ducado de Brabante que formaba parte por aquellos siglos XII y XIII del Sacro Imperio Romano Germánico. La fecha es más o menos aproximada, en torno a 1200, y su fallecimiento se data alrededor de 1260 en la localidad de Nivelles. Mujer muy instruida, de profundos conocimientos clásicos, perteneció a una clase social privilegiada.
Su recorrido vital, al margen de los límites más o menos precisos, corresponden a una polígrafa inquieta y sabia, decidida e inconformista en la vieja Europa del medievo cultural. Una mujer moderna, rara avis, en la historia de la escritura femenina.
La obra de esta literata destaca por su marcado cariz cristiano, una religión a la que se sintió en todo momento vinculada. Perteneció al controvertido primer grupo feminista de la historia: se trataba de una comunidad de féminas, denominadas las beguinas. Hoy las calificaríamos con la expresión de “vida alternativa”, activistas y pacifistas. Tomaron la decisión en aquel entonces, de vivir juntas y compartir su deseo de entrega a Dios y a los marginados con la característica especial y significativa de hacerlo sin tener en cuenta las estructuras eclesiásticas del catolicismo imperante. Se mostraban, por tanto, completamente refractarias a dicha doctrina por los escándalos que salpicaban continuamente, y por la actitud recalcitrante y cerril de sus “jefes espirituales” a rechazarlos derechos de las mujeres. Las beguinas (del francés béguine, bégardo en masculino). No aceptaban la autoridad “patriarcal” dominante en los ámbitos de la política y de la religión. No se constituían en conventos ni monasterios al uso ni creían en la existencia de jerarquía entre ellas. Cualquier modelo que recordara al elitismo varonil y la rigidez masculina era desechado por desigual e injusto en una sociedad estamental.
Mujeres activas afanadas en la vida contemplativa y orante a la vez que entregadas a la misericordia y el auxilio de los más desfavorecidos: pobres, enfermos y desahuciados. Caritativas y castas, cuyos votos renovaban anualmente. Muy espirituales y unidas al cristianismo desde sus propias posiciones. Se encargaban de instruir a las niñas y de proveerles de una básica educación, por mínima que fuera, dados los cánones temporales.
Hadewijch de Amberes forma parte del círculo de otras beguinas famosas como Beatriz de Nazareth y Matilde de Magdeburgo.
A pesar de poseer un conocimiento profundo del latín, y lejos de seguir las modas de la época en que le tocó vivir, escribió en neerlandés medio, la lengua vulgar de su región. Gracias a sus famosos títulos: Visiones y Cartas, podemos conocer sus experiencias místicas en la actualidad, valiosas conceptual y literariamente.
Su poesía adquiere una gran repercusión expresa en Mengeldichten, cuyo contenido plasma la impronta de destacados pensadores como el cisterciense Bernardo de Claraval, entre otros notables filósofos y teólogos.