Me machaco en el gimnasio haciendo aqua-box para tener unos brazos musculados y fibrosos como los de Letizia. La reina consorte es adicta al escote “Halter”, o sea, muy metido de hombros para lucir clavícula y palmito. No le queda mal, pero creo que se está pasando con los bíceps. Demasiado marcados y andróginos.
Me dirás que el sexo ambiguo y el género neutro son tendencia total. Lo sé, tío. La sexualidad explícita es un cutrerío. Pero no me voy a obsesionar. Estoy encantada con mis clavículas, mis bíceps y mi sexualidad. Además, he descubierto que el boxeo es una terapia fantástica para desfogarse. No es frivolidad, es supervivencia. Tal como está el patio no puedes perder el tiempo con melindradas y sutilezas. Menos yoga pacifista y más boxing defensivo. Es hora de pasar a la acción. Hasta la UE que es la última en enterarse de lo que vale un peine, va a formar un ejército de cinco mil soldados. Por cierto, nunca digas soldados y “soldadas” como Pedro Sánchez en Lituania dirigiéndose a las tropas, que harás el ridículo. Sánchez no sabe que todo tiene un límite, incluida la nomenklatura feminista hegemónica.
Me tomo demasiado en serio a Pedro Sánchez. Como para no tomártelo, tío. Estamos a un paso del abismo y él siempre está de viaje con su Falcon gastando energía a todo gas. Papá ven en tren. Sánchez es un enigma para nosotros. Ni siquiera sabemos si es vigoréxico.