No es fácil hacerlo bien. Guiñar un ojo es más que una mueca sutil, graciosa o cómplice. El guiño encierra un lenguaje oculto y secreto. Es como bailar. No vale aprenderse los pasos.
Tienes que saber moverte, no diré con sensualidad, que eso ya es de matrícula de honor, pero sí con gracia, espontaneidad y swing. Cualquiera no vale, tío. No le veo yo a Borrell ni a la Von der Leyen guiñando un ojo. Y bailando, ni de coña, para qué nos vamos a engañar. Cada cual vale pa`lo que vale. Y muchos no valen para nada, que haberlos haylos y no miro a nadie.
El guiño es un arte y alcanza la excelencia si va acompañado de un gesto. Proyectar los pulgares hacia adelante significa, muy bueno lo tuyo, tío. Y hacer la uve de la victoria, quiere decir vamos a ganar, esto está chupao (como el 3-1 del Madrid al PSG) Lo que nunca había visto era guiñar el ojo y chascar la lengua a la vez, como el héroe ucraniano Zelenski en un vídeo que colgó en las redes. Es un virtuoso, le priva twiter y youtube. Pero no busques el vídeo en internet, ya lo han borrado. No sé qué significa chascar la lengua, pero lo miraré, y si eso, te digo. El guiño tiene sus leyes. Te recomiendo prudencia y asegúrate a quién guiñas el ojo, no vayan a pensar que es acoso visual. Podrías escaquearte alegando que es un tic nervioso, pero Irene Montero es muy desconfiada y está mega sensibilizada con el tema. Ella es el ojo que todo lo ve. Ni se guiña ni se cierra.