No nos van a dar tregua. Termina el Covid y empieza el cambio climático. Es un machaque, tío. Greta Thumberg avanza de nuevo por tierra, mar y aire. Me carga mucho esta niñata. Pero no toda la culpa es suya o de sus padres por consentir esta exhibición impúdica.
Más ignominiosa es la aquiescencia de los organismos internacionales que se parapetan detrás de ella para justificar sus sueldos y su inepcia. Greta prepara su paso del activismo climático a la política, un dos por uno que siempre ha sido su meta. La tragedia de Ucrania es su último (y no menos obsceno) banderín de enganche. En 2021 fue propuesta para el Nobel de la paz. A ver si cae en 2022 ¿Qué pasa? ¿Tienes algo que objetar? Yo tampoco.
A nosotros nos viene bien el entertainment de la política fashion. Somos adictos a las emociones. Nos gustan más los dramas que a Robert de Niro comer con los dedos y de gorra. Voy a intentar una metáfora más original. Nos gustan más los dramas que a Iñaki Urdangarin ir de chico sano y deportista por la vida. Es un crack. Después de intentar a saco volver con Cristina, la infanta le ha dicho monta aquí y verás París. Eso sí, le sigue pasando 5000 euros mensuales hasta que se ubique. Se rumorea que el ex duque empalmao le ha pedido trabajo de comentarista deportivo a Joan Laporta. Para Iñaki, trabajar también es una metáfora. Que monte un chiringuito con Albert Rivera. Podría ser el comienzo de una gran amistad.