El benemérito historiador burgalés Jesús Villalmanzo Cameno, distinguido archivero del Archivo del Reino de Valencia y autor de los ejemplares trabajos de investigación, verbi gratia, «Fray Juan Gil: datos para su biografía. Documentos y estudios» (Trinitarium: Revista de Historia y Espiritualidad Trinitaria, 2018); «Nuevos documentos sobre Miguel de Cervantes Saavedra hallados en el Archivo del Reino de Valencia, 1580-1581 (Anales cervantinos, 2017); «Cervantes, fray Juan Gil y los mercaderes valencianos» (Anales cervantinos, 2016); y La música en la parroquia de los Santos Juanes de Valencia durante el siglo XVIII (Generalitat Valenciana, 1992), descubrió nuevos documentos de inestimable magnitud para la biografía del «Manco de Lepanto», Juan Gil, y Antón de la Bella.
Empero antes de continuar agradezco al profesor Jesús Villalmanzo Cameno haberme permitido divulgar por primera vez dichas perlas documentales-, dejadas en el tintero por los biógrafos cervantinos-, en mis dos libros: «Vida de Miguel de Cervantes Saavedra» y «Documentos de Miguel de Cervantes Saavedra, 1547-1616».
Ahora bien, entre los 45 nuevos testimonios, los más destacadas son: 12 documentos sobre el héroe de Argel; 7 documentos sobre los gastos ocasionados por el pago de los derechos de aduanas por la embarcación de Cervantes y de sus 5 compañeros de cautiverio: el portugués Francisco de Aguilar, natural de Villarreal, Diego de Benavides, natural de Baeza, Rodrigo de Chaves, natural de Badajoz, Antón Gil, natural de Montemolín, y Juan Gutiérrez, natural de Palacios Rubios; 19 documentos sobre Gil; 2 documentos sobre Juan de Estéfano, íntimo amigo de Cervantes, quien trajo las cartas a sus padres el 1 de diciembre de 1580; 3 documentos sobre amigos del héroe de Ναύπακτος: Antonio de Sosa, sacerdote benedictino, Diego de Benavides, capturado en la defensa de la fortaleza de Túnez en 1574, y Jerónimo de Palafox, natural de Soria; y 2 documentos sobre el flete de la saetía Santa María y Santa Olalla, del maese Antón Francés, que vino a recoger a Miguel, cuya experiencia argelina «le confirmó su personalidad, formó su espíritu, y enriqueció su experiencia al contacto con una cultura y civilización nada desconocida para él» de acuerdo con el benemérito hispanista argelino Ahmed Abi-Ayad, ilustre profesor de la Universidad de Orán-Es-Senia.
En este punto es necesario corregir los errores de los biógrafos cervantinos, quienes difunden erróneamente que Juan Gil regresó con Cervantes y 8 excautivos a las costas del marquesado de Denia. Esa no es la verdad, ya que con arreglo al nuevo dato fiable-, ignorado por los eruditos-, del 24 de octubre de 1580 en «Argel la blanca», hallado por Villalmanzo Cameno, Juan obtuvo un salvoconducto, tramitado por el rey argelino, Jaffer Bajá (1580-1581), renegado húngaro, recién llegado de Constantinopla, capital del Imperio otomano (1453-1922), a fin de garantizarle su estancia en ا 4;جزائر Al-Ŷazā'ir, por cuyos derechos de expedición tenía que retribuir 30 doblas.
No obstante, sorprenden injustas críticas contra la conducta noble de Gil, críticas absurdas-, a mi manera de entender-, que no cuadran con la documentación legítima, obstinadas en desconocer no solo las fundamentales obras sobre la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos, sino también sobre la Historia de España.
Sin embargo, para cerrar las puertas a la especulación, sin algún tipo de apoyo documental, de algunos cervantistas, reproduzco fielmente el contenido del testimonio, pasado por alto por algunos cervantófilos, que arroja luz sobre el brillante fray Juan, a quien el rey Jaffer Bajá le rogó que se hiciese turco, ofreciéndole toda clase de honores y riquezas así: «mira, fray Juan, yo no tengo hijos, te nombro mi heredero, si te vuelves turco. Me maravillo de que una persona tan principal como tú, sea cristiano» (D. de Haedo. Topografía…, II).
Empero, Juan, riéndose mucho, le contestó de esta forma: «antes yo me maravillo de que Vuestra Alteza me hable así. Las riquezas, las honras, todo cuanto hay en la tierra y en el cielo, ¿qué es para que por ello se haya de dejar a mi Dios y mi Señor Jesucristo? ¡Engañado estás, Sultán, si piensas que hay otra riqueza ni gloria sino esta Cruz que aquí ves!» (D. de Haedo. Topografía…, II).
Gracias a los nuevos documentos de Villalmanzo Cameno tocantes al rescate de Cervantes, sirva de ejemplo, el dato del 4 de mayo de 1580 en «Valencia del Cid» alusivo a la compra de agua almizclada para regalo para el rey de Argel, Hasán Bajá III (1576-1580), y altos oficiales, esto es, se adquirieron de “Jerónimo Sánchez, almizclero 5 libras y 10 onzas de agua almizclada en 8 redomillas, a 2 sueldos cada onza que monto 76 reales con las redomas y las cajas que sumaron 2.584 maravedís”.
Otro testimonio de la misma fecha pone de relieve la compra de conservas y confituras para obsequiar con ellas al rey de “la Capital de un vasto imperio” y sus altos funcionarios: “4 orzas y 24 potes de todas conservas, que pesaron 88 libras, a razón de 4 sueldos y 9 dineros; más 2 cajas de confitura seca que tuvieron 9 libras, a razón de 5 sueldos y 13 libras de canelones, a razón de 8 sueldos medio y por las cuatro orzas 20 sueldos, y por los 24 potes 20 sueldos, que montó todo 25 libras y 18 sueldos y medio moneda de Valencia; y por dos cestas y esteras en que se envolvieron y traerlo al monasterio 4 Reales y un cuarto, que sumó todo 9.335 maravedís.”
El nuevo dato, del 5 de mayo de 1580 en «la Capital del Turia», trata del adjutorio de 5.130 reales, recibido por Gil para la liberación de Jerónimo de Palafox, muy buen amigo de Cervantes, y reza que “los dichos padres redentores recibieron de Francisco de Castro y del licenciado Felipe Gerique, 5.130 reales castellanos que montan 174.420 maravedís para ayuda del rescate de don Gerónimo de Palafox, natural de Soria.”
El nuevo documento del 31 de mayo de 1580 en Argel es sobre la evaluación de las mercadurías-, realizada ante Hasán Bajá III, el alamín, su justicia mayor, y otros oficiales-, traídas por Juan Gil y Antón de la Bella para venderlas y emplear su importe en la redención de cautivos:
“25 velartes de Baeza: tasado cada uno en 190 doblas que valen ... 4.750 doblas
17 palmillas de Baeza: tasada cada una en 110 doblas que valen ... 1.870 doblas
13 veintidosenos de grana y cafolla: tasado cada uno en 114 doblas que valen … 1.820 doblas
18 veintidosenos de La Montaña: tasado cada uno en 100 doblas que valen ... 1.800 doblas
19 catorcenos, dieciochenos y veintidosenos de Alcoy: a 50 doblas que valen ... 950 doblas
7 paños de polvo: tasado cada uno en 180 doblas que valen … 1.260 doblas
6 frazadas de polvo: tasada cada uno en 40 doblas que valen … 240 doblas
24 frazadas grandes de cafolla y 18 pequeñas: a 25 doblas cada una que valen … 1.050 doblas
54 onzas de aljófar de cadenilla: tasada cada una en 33 doblas que valen … 1.782 doblas
Toda la dicha tasación suma 15.522 doblas” (J. Villalmanzo. «Fray Juan…», doc. 45).
Otro nuevo testimonio hace referencia a los escudos de oro que fray Gil logró introducirlos en Algezira sin darlos a conocer a Hasán Bajá III, cuya ocultación pudo costarle la vida a Juan, tomando en cuenta la avaricia de Hasán Bajá III por la moneda española en oro, y cuya plata daba Gil a los cautivos, incluso a Cervantes y a Antonio de Sosa para su mantenimiento y acciones de sabotaje y espionaje contra los otomanos. Su tenor es el siguiente:
“Oro y perlas no registrados. Además de lo cual que dicho es que se manifestó en mercadurías, dineros y perlas, sus paternidades metieron ocultamente en la dicha ciudad de Argel 2.415 escudos en oro por evitar y redimir la costa y derechos del rey argelino y oficiales y aumentar la redención y porque fueron advertidos en Valencia que convenía así porque los rescates que se habían de hacer del dicho rey de Argel había de ser la paga en escudos de oro en oro. Y así pareció porque el alcance que hizo a sus paternidades y pagado de sus derechos no quiso recibir en otra moneda ninguna sino todo en escudos, y no trayéndolos fuera mucho el daño y costa y trabajo de buscarlos. En los cuales 2.415 escudos de oro entraron los 1.000 escudos de oro que recibieron en Valencia para pagar el rescate de don Francisco de Meneses y la libertad del doctor Bezerra, lo cual se advierte no para cargarse de ellos por cuanto le está fecho cargo como consta de las partidas de su cargo, sino para satisfacción y relación verdadera de lo que realmente se metió en la ciudad de Argel para hacer la dicha redención” (J. Villalmanzo. «Fray Juan…», doc. 48).
El nuevo documento, elaborado en junio o julio de 1580 en Argel, patentiza las limosnas entregadas por Juan y Antón a Antonio de Sosa, mentor de Miguel, y otros religiosos cautivos necesitados: “limosnas que dieron al doctor Sosa y otros frailes y cautivos necesitados: 24 doblas que fueron maravedís 5.000” (J. Villalmanzo. «Fray Juan…», doc. 49). Con certeza, este documento legal echa por tierra las ideas más extrañas y honestamente falsas que han surgido a lo largo de la biografía cervantina, propagadas por algunos cervantistas, quienes afianzan que Cervantes y sus amigos hacían negocios sucios para conseguir el dinero. En vista de ello, surgen las siguientes preguntas: ¿por qué circulan estas teorías descabelladas, cuál es su meta, y por qué se permite su publicación?
En consonancia con el nuevo documento del 7 de noviembre de 1580 en la «la Ciudad de las mil Torres», redactado en lengua valenciana, Nadal Monserrat aconsejó que se interrogaran a dos caballeros del estamento militar, Miguel de Cervantes y Diego de Benavides, quienes habían venido de Argel y habían visto al pescador Jeroni Planellas, esclavo del arráez Mamixa, para aclarar que la testificación de Agostí Esquer, quien acusaba a Monserrat y otros mallorquines de homicidio, era falsa.
A continuación, según el nuevo documento del 8 de noviembre de 1580 en «el Cap i Casal», “Miguel de Servantes, cavaller, habitador e natural de Alcalà de Henares, resident de present en València” (J. Villalmanzo. «Nuevos…», 367-68), testificó ante el Justicia Criminal de Valencia sobre la situación de Planelles, al que se daba por muerto en Valencia, y firmó su declaración como “Miguel de Cerbantes”, que es la firma autógrafa más antigua hasta la fecha, guardada a lo largo de 442 años en el Archivo del Reino de Valencia.
En resumidas cuentas, le felicito al excelentísimo historiador Jesús Villalmanzo Cameno por el descubrimiento de dichos diamantes históricos para la Historia de Arévalo, Argel, Baeza, Madrid y «Valentia Edetanorum» que deberían ponerse en los papeles, rectificando así los desmedidos desaciertos en las enciclopedias, libros de enseñanza, y revistas electrónicas.
De igual modo, le agradezco su ejemplar colaboración a mi querido amigo Jesús Villalmanzo Cameno, «détective d’excellence» de la documentación de Cervantes, Juan Gil, y Antón de la Bella, magníficos trinitarios, a quienes siempre quedamos en perpetua deuda de gratitud por haber rescatado al «Príncipe de los Ingenios», su hermano Rodrigo de Cervantes, y centenares de héroes de nuestra querida España y Europa cristiana, quienes después del bestial y salvaje cautiverio argelino-, gracias a Juan, procurador general, y a Antón, redentor general, ilustres hermanos de la Santa Trinidad-, pisaron de nuevo la costa de Levante al norte de Alicante de su «dulce España y patria querida», y echaron al aire sus sentimientos «a vista de tierra de España» así:
«otro día vieron delante de sí la deseada y amada patria; renovóse la alegría en sus corazones, alborotáronse sus espíritus con el nuevo contento que es uno de los mayores que en esta vida se pueden tener, llegar después de luengo cautiverio salvo y sano a su patria» (M. de Cervantes Saavedra, El amante liberal). ¡Enhorabuena!
Laus in Excelsis Deo
Krzysztof Sliwa