Le he cogido prestado el título de la columna a Yolanda Díaz. No diré que es mi musa, pero se ha ganado a pulso el echarla de comer aparte. La vice segunda del gobierno con sus renovadas mechas rubias y con un par de ovarios ha dicho que desde el Gobierno se están haciendo “cosas chulísimas” (sic).
Dirás que es una expresión coloquial. Sí, vale, coloquial y suficiente para se te caigan los palos del sombrajo. Esto sí que es un cambio de paradigma. Ya no sé quién soy, de dónde vengo ni a dónde voy. Vivo sin vivir en mí. Añade la vice para más cachondeo que le gusta pasar desapercibida y que no busca los aplausos ni la exposición pública. Tararí que te vi, Yoli. De exhibicionista a exhibicionista te digo que no cuela ni de coña. Antes me creería que el botellón que montó Boris Johnson en el jardín de Downing Street era un retiro espiritual de yoga pranayana, cuerpo, mente.
No sé cuándo van a parar algunos políticos (y políticas) de reírse a nuestra jeta (y decir que llueve).Cuanto más ignorantes, más osados. Luego les cae la del pulpo, claro. Así están con el culo prieto intentando aprobar a toda leche el decretazo de la Ley de Seguridad Ciudadana. La censura más restrictiva de derechos y libertades individuales desde Franco. Tampoco sé hasta cuándo puede aguantar una democracia consolidada este aluvión, despiporre y escandalosa acumulación de “cosas chulísimas”. Vivir para ver, tío.