Cuando la Vice Yolanda Díaz fue a visitar al Papa, pensé “Qué raro que no vaya Revilla en la comitiva con unas latitas de anchoas”. Lo que no tuve en cuenta fue el ego monstruoso del presidente cántabro que no acepta compartir protagonismo con nadie. Como diría la Pantoja “los focos a mi persona”. O sea, que no voy tan descaminada.
En una reciente entrevista en la Sexta (¿La Sexta? ¿qué raro no?) Revilla confesó en rigurosa exclusiva que él también hace tiempo había enviado una carta al Papa pidiéndole audiencia. No le mandó anchoas, pero le mandó sus libros para que en el Vaticano conocieran la importancia del personaje que iban a recibir. Le preguntaron ¿Qué quería pedirle al Papa? y Revilla respondió “Que fuera más radical con la desigualdad y la pobreza en el mundo”. Jó, tío, qué patético y qué rancio. Esto ya no lo dicen ni las mises en los concursos de belleza.
Bergoglio, Revilla y Yolanda Díaz, predican lo que no practican. No les creeré hasta que Bergoglio predique menos y reparta más trigo, Revilla rechace alojarse en las suites del Carlton y “Lady Di –az” deje sus modelazos y vista de Zara. Por cierto, el versículo que citó en el Congreso, Mateo 19.23.30 es muy oportuno para los tres: “Será difícil para un rico entrar en el Reino de los Cielos”. Personalmente prefiero un rico corrupto a un hipócrita que si pudiera haría lo mismo que el corrupto. Populistas y demagogos, lobos con piel de cordero.