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Joyce Carol Oates: el escándalo y la observación de una escritora estadounidense

Joyce Carol Oates (Foto: Dustin Cohen).

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Pilar Úcar Ventura | Martes 09 de noviembre de 2021

Una canción de Bob Dylan, un recuerdo en el campo, la vida del asesino en serie Charles Schmid, un duelo íntimo o una sorpresa vital…todo es materia en la obra de Joyce Carol Oates. Nada le es ajeno como denuncia y plasmación de una genuina realidad a pesar de los cánones temporales.



Editora reconocida internacionalmente y muy premiada por su prolífica carrera literaria, le encajan todos los géneros a la medida de un traje lleno de variadas hechuras.

Novela, cuento, drama, ensayo, sus seudónimos de Rosamond Smith y Lauren Kelly, nos dejan títulos apasionantes y provocadores.

La escritora nace en Nueva York en 1938 y vivió su infancia en un ambiente campestre, en la granja familiar. A los 14 años su abuela acertó con el regalo que le hizo: una máquina de escribir con la que empezó su trayectoria imparable, desenfrenada.

Las universidades de Syracuse y de Wisconsin-Madison conocen su brillante estela por las aulas como alumna, y son muchas las instituciones donde ha ejercido de profesora hasta la de hoy en Princeton donde enseña escritura creativa.

Candidata al Nobel de literatura en varias ocasiones, escribe dos libros por año en una actividad llena de brío. Pertenece a diferentes organismos internacionales de relevancia cultural. Casada en la actualidad con un neurólogo tras el fallecimiento de su primer marido, en Memorias de una viuda (2011), relata su duelo prolongado, a la vez que reflexiona, intrépida, sobre los intersticios de su propia existencia.

Creadora de toda una poliantea al gusto del consumidor y sin detenerse en la repercusión que puede causar escribe narraciones de terror Infiel: historias de transgresión (2001), o sobre la elegancia clásica de A media luz (2001), o el encogimiento del corazón en Violación: una historia de amor (2003) y se adelanta a la posmodernidad con Puro fuego (1993).

Suma y sigue, porque no deja títere con cabeza al plasmar sin vergüenza el ambiente paupérrimo del agro que tan bien conoció, o las fantasías y los abusos sexuales y las tensiones sociales, el afán desmedido de atesorar más y más, sin olvidarse de la trascendencia sobrehumana…y todo ello a sabiendas de la escandalera que iba a formar en la opinión pública.

Pero sus lectores y la crítica se rinden, más allá del estrépito, ante la capacidad y las habilidades que descubren en la autora.

Ensayos sobre la violencia entre los humanos y en el deporte: toda una avezada de nuestros tiempos. No falla al enjaretar elementos góticos con el más allá, incesto, seducción, rasgos de la vida académica y el underground de Detroit, bosques y praderas…reconoce la huella de Lewis Carroll, Hemingway, Faulkner. Y por supuesto, presentes James Joyce y Kafka. Admiradora de Sylvia Plath, aunque disconforme con su visión romántica del suicido. De gran valor literario la correspondencia mantenida a dos bandas entre ella y John Updike.

No se le ha escapado ni un ápice todo lo concerniente al feminismo así como la indagación de las ambigüedades que conlleva.

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