Sor Isabel de Villena representa el feminismo ideológico y literario del siglo XV desde la clausura monacal. Se manifestó abiertamente en contra de la misoginia imperante y defendió en sus obras los valores de la mujer.
Fémina muy controvertida, nacida aproximadamente en 1430 en Valencia y criada por la reina doña María de Castilla. Desde muy temprana edad se interesó por la vida espiritual y el estudio de los textos sagrados. De padre marqués y poeta, afamado socialmente en la época, hija natural de madre desconocida. A los 15 años de edad ingresa en el Real Monasterio de la Trinidad y pasa a ser sor Isabel de Villena, y con el tiempo, abadesa. Morirá en 1490.
Constituye un auténtico modelo entre las mujeres, primero de la corte y posteriormente del claustro. Representa a la joven intelectual, al modo renacentista, curiosa e inquieta, lectora empedernida y buena escritora. Sus textos transmiten conceptos muy profundos, con un estilo elegante y didáctico, lleno de comparaciones y figuras retóricas, de prosa lírica y clara. Sabido es su afán de propiciar reuniones conventuales con sabios y eruditos de la época, que acuden a sus tertulias, anticipándose a los ateneos de otras centurias posteriores; varones que admiraban, sin distingos ni resquicio de dudas, la resolución e inteligencia de una clarisa empoderada y que luego glosaban comentarios y reflexiones en multitud de textos.
Su Vita Christi, dedicada a la reina Isabel la Católica, resulta muy novedosa e ilustradora para las mujeres de su tiempo y hoy es objeto de interés internacional por el contenido tan innovador que imprime a sus páginas al plasmar una visión de las principales figuras femeninas bíblicas muy moderna: desde la Virgen hasta Santa Ana y en especial María Magdalena, por la que siente una especial simpatía. En contra de la misoginia imperante, los críticos valoran la defensa que enarbola de la igualdad entre unos y otras.
Todo un punto de vista avanzado y feminista para la época, pues habla de igualdad de género aunque pueda sonar algo extemporáneo. En la actualidad su Vita Christi posee proyección, influencia e impacto social y literario. Atraída por la cultura de la región, convierte sus escritos en auténticas crónicas de experiencia y observación, llenos de costumbrismo y sinceridad sin olvidar la perspectiva de una mujer de actitud muy a destiempo y desacompasada con lo que marcaban los cánones en su centuria. Inteligente y respetuosa, estudiosa infatigable, poseía una gran capacidad de síntesis y una portentosa memoria que exhibía en sus textos. Crea inigualables descripciones simbólicas: la pureza, la humildad, la contemplación, según el patrón que más adelante dramatizaría Calderón en sus autos. Destila humanidad y realismo.
Autora de tratados y sermones en un ambiente cultural valenciano muy animado e intenso por la introducción de la imprenta, las relaciones con Italia, no solo comerciales y políticas, sino ideológicas y científicas también. La madre abadesa, famosa por la biblioteca que reunió, no vivía fuera del “siglo”, siempre muy presente en el acontecer diario desde el refugio monacal.