Al leer el nuevo título de Fernando Benzo, “Los viajeros de la Vía Láctea” me pareció que podríamos estar ante una novela de ciencia ficción, nada más lejos de la realidad. Ya que al ver la portada y hojear sus páginas me di cuenta de mi error. Una vespa en la portada del libro no tenía mucho que ver con el espacio exterior y más cuando nos dijo que él tuvo una vespa roja en su juventud para desplazarse por las calles de Madrid. Moto que le robaron por Malasaña a punta de navaja. Madrid era así en los años de la decadencia de la Movida, donde se utilizaban más agujas que para la vacunación de la Covid-19.
“La novela tiene algo del género que ahora se denomina amigos para siempre. Es una novela sobre el reencuentro de unos amigos pasados casi treinta años. Es un relato sobre la amistad, la biografía de una generación que ahora está en la cincuentena”, dice Fernando Benzo nada más sentarnos a la mesa del típico chiringuito-terraza Mirador, lo que antes era un aguaducho paraíso de la horchata valenciana y del chocolate con churros con vistas al Estanque del Buen Retiro a un paso de las colas kilométricas de la Feria del Libro de Madrid.
El libro “Los viajeros de la Vía Láctea” está escrito con dos voces narrativas, la de Javi –siempre hay un Javi en este tipo de historias- y Blanca, utiliza tres espacios temporales diferentes. “Me he sentido muy a gusto utilizando su voz, es la primera vez que uso a una narradora femenina y me ha gustado mucho”, reconoce el autor madrileño venido de provincias y agrega “el objetivo principal de la novela es que fuese entretenida. Si soy sincero, diré que la he escrito para mí mismo, por eso he metido mucha música de aquel entonces. La música que me evoca. La música nos acompaña mucho en la vida”.
Fernando Benzo se muestra muy orgulloso del play-list de la novela. Mucho Mecano, Los Secretos, Talking Heads, Culture Club, Nacha Pop, etc. Aquella música que marcó un estilo, y que ya no es sólo historia sino que es leyenda. “La música de los 60 y de los 80 marcaron una época. La música en vinilo. Yo tenía una gran colección de álbumes, pero mi madre un buen día los tiró a la basura después de habérmelo repetido que lo iba a hacer muchas veces”, recuerda con nostalgia el escritor.
La novela refleja la generación del autor, quizá su obra más personal porque ha utilizado muchos de sus recuerdos de la época; y sin duda la más divertida que ha escrito. Él que tiene fama de persona seria. Escribidor de discursos para muchos políticos y también es especialista en temas de terrorismo, como pudimos comprobar en su anterior novela “Nunca fuimos héroes”, un thriller que no nos dio descanso durante su lectura.
“Las personas nunca somos exactamente cómo esperábamos ser de jóvenes. Hay una idea de inmadurez que se mantiene toda la vida. Muchas personas no maduran nunca”, afirma con rotundidad Fernando Benzo. Por eso, su novela es deliberadamente nostálgica. “Soy especialmente benévolo con los personajes principales; bueno, generalmente con todos y, sobre todo, con los recuerdos”, sostiene.
Para el escritor madrileño, “en aquellos años 80, hubo una explosión de libertad como no lo ha habido nunca en nuestro país y La Vía Láctea, como otros locales de entonces como el Penta (grama), El Sol o el Rockola eran lugares donde se palpaba esa libertad, aunque en la Vía Láctea había un punto de maldad donde pasaban un montón de cosas. Aunque allí no se ligaba nunca, o por lo menos yo no lo hacía”. Demasiado serio y empollón, Fernando
Los jóvenes siempre tienen que ser rompedores
Sin embargo, Fernando Benzo no es como refleja su imagen y nos da algún que otro consejo cargado de razón. “Los jóvenes siempre tienen que ser rompedores. En estos tiempos, vivimos esclavos de lo políticamente correcto, nos comportamos demasiado correctos, esta novela tiene algo de todo lo contrario”. Justo como se vivía en aquellos años. De ahí que haya metido en su novela, al menos, una pistola y alguna que otra muerte.
“Nuestro pasado es los que vivimos y también lo que no hicimos. Las decisiones que hemos tomado durante nuestra vida, nos la han cambiado, pero no sólo a nosotros sino también a los que tenemos alrededor”, sentencia el escritor. Un montón de pequeñas o grandes decisiones han hecho que nuestras vidas hayan ido por un camino o por otro. De ahí que creo que ha escrito la novela para contarnos la vida que a él le hubiese gustado vivir.
Respecto al cambio de registro que ha realizado desde su anterior novela, Fernando Benzo lo tiene claro. “Dicen que los autores siempre están escribiendo el mismo libro. Yo creo que no tiene sentido repetirse. Tienes que arriesgar. Es muy aburrido estar siempre con lo mismo”, afirma taxativo. Él, desde luego, no lo hace. Nos ha vuelto a sorprender. Pero, como ya hemos dicho, el libro destila nostalgia y es lógico porque en este año y medio de pandemia, “nos han robado más de un año de vida”, apunta; nos ha dado tiempo a realizar una delicada introspección personal.
Para concluir, nos vuelve a dejar una bonita idea sobre el oficio de escritor. “Lo bonito de escribir es que puedes ir cambiando de punto de vista según lo haces o lo que tenías pensado narrar lo puedes cambiar justo en el momento en que estás sentado ante el ordenador”, sentencia. Esa y no otra cosa es la magia de escribir: la creación.