En "Osos, átomos y espías", de Pere Cardona rinde un merecido homenaje a los desconocidos héroes de la Guerra Fría. Incluye algunos testimonios inéditos hasta ahora nunca desvelados.
Surgida de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría dio forma a un nuevo orden. Este periodo ha pasado a la historia por la tensión, las batallas mediáticas, el trabajo de inteligencia y el miedo al holocausto nuclear, pero ¿cuál fue la realidad de sus protagonistas a ambos lados del telón de acero?
En Osos, átomos y espías, Pere Cardona, escritor y divulgador histórico, nos ofrece un vívido retrato de la cara más desconocida del conflicto a partir de los testimonios de quienes lo vivieron.
Desde el relato del hijo del piloto estadounidense que inspiró la película El puente de los espías hasta la emocionante historia de Robert Meeropol, hijo del conocido matrimonio Rosenberg, pasando por las aventuras de espías como Trigon, un doble agente que podría haber inspirado un episodio de The Blacklist, este fascinante libro nos desvela la realidad tras los titulares y explora la tensión de un enfrentamiento que, para muchos, no fue «frío» en absoluto.
Soy Gary Powers júnior., y mi padre, un piloto estadounidense adscrito a la CIA, fue abatido sobre la Unión Soviética en 1960 mientras pilotaba un avión espía U2. […]
En 1955, mi padre se reunió con algunos agentes de la CIA que le explicaron, muy por encima, cuál sería su cometido: prestaría servicio en Europa y quizá volaría a grandes altitudes como parte de una misión de investigaciones climáticas y pruebas atmosféricas, entre otros objetivos. […]
El 1 de mayo de 1960, a las 06.26, mi padre despegó de una base situada en Peshawar (Pakistán). Debía cruzar la Unión Soviética de sur a norte, fotografiar instalaciones secretas y aterrizar en Noruega. Entre sus objetivos se encontraba una fábrica de misiles SA-2 situada en Sverdlosk, cuyas imágenes determinarían el nivel operativo de dicho complejo. […]
Nada más cruzar la frontera, sobre las siete de la mañana, los sistemas de radar lo detectaron y dispararon ocho misiles. Mi padre no pudo eyectarse. La fuerza centrífuga lo mantenía bocabajo y, si hubiera activado el mecanismo, la maniobra le habría amputado las piernas. Necesitaba otra vía de escape. Entonces, en milésimas de segundo, llegó la inspiración:
podía abrir la cabina. […]
De repente, logró zafarse de la mascarilla, que actuaba como cordón umbilical y, cuando estaba a unos cuatro mil quinientos metros de altitud, notó la apertura del paracaídas automático. Durante el descenso, decidió deshacerse de cualquier prueba que lo asociara a una misión de espionaje. Entre ellas, una moneda de un dólar de plata hueca cuyo interior albergaba un alfiler impregnado en curare, un potente veneno.
Según el oficial de inteligencia que se lo suministró, en caso de caer prisionero, un simple pinchazo bastaría para provocarle una muerte instantánea. No obstante, la decisión final quedaba en manos del piloto. Y él escogió no hacerlo. Arrojó la moneda y guardó la aguja en un bolsillo. Quién sabe si podría necesitarla en un futuro, pero no en aquellos instantes […]
Pere Cardona es un divulgador histórico que lleva más de veinticinco años recopilando historias relativas a la Segunda Guerra Mundial. En 2012, creó el portal Historias Segunda Guerra Mundial, un lugar especializado y de referencia para más de 40 000 usuarios (http://www.historiassegundaguerramundial. com). Pertenece al Club Le Carré, un grupo de escritores de novela de espionaje, y colabora con Lee o Muere, un colectivo de autores de novela negra. Es coautor de los libros Lo que nunca te han contado del Día D (Principal Historia, 2019, junto a Manuel P. Villatoro), El diario de Peter Brill y Segunda Guerra Mundial: 10 historias apasionantes.
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