Es injusto. Las viejas glorias de la farándula también deberían formar parte de la Ley de Memoria Democrática. Si damos la vuelta a la tortilla, la damos con todas las consecuencias. Pero no hay solidaridad intergeneracional de los jóvenes hacia los viejos, ni respeto, ni magnanimidad (cómo mola esta palabra, tío).
Y eso que los viejunos nos hemos reciclado. Yo misma manejo con juvenil destreza mi instagram y mi canal de youtube (begoña ameztoy punto cero) Es inútil. Los post millennials son los putos amos de la pista ostentando puestazos y sueldazos de privilegio ¿Y cómo nos lo agradecen? Con una patada en el culo. Irene Montero, Jone Belarra o Gabriel Rufián, creen que van a ser eternamente jóvenes. Aunque no sean “forever young”, vivirán siempre del cuento, gracias a nuestro estúpido y democrático buenismo progresista. Pero a ver cómo explican a sus adeptos y afiliados lo que el titubeante, indeciso y vacilante ministro Escrivá prepara para su futuro: Ajo y agua. Con lo bien que se vive con el pan y circo, tío.