Putas, brujas y locas es el apelativo con el que la historia oficial ha descrito a las mujeres que desafiaron las convenciones en una época de prodigios y profunda crisis, con tan pocas posibilidades de supervivencia, que para salir adelante fue necesario explotar la creatividad al máximo y hacer de la picaresca un estilo de vida. Todas ellas desfilan a lo largo de estas páginas narradas en clave de maravilla.
La nómina de las mujeres que trata Mado Martínez en su nuevo libro es impresionante, la autora nos acerca a estas personalidades de una manera rigurosa y a la vez coloquial, fruto de sus muchas investigaciones en el campo del esoterismo y la historia.
Isabel Barreto (Pontevedra, Galicia) fue la primera y única mujer almirante de la flota española. En pleno siglo XVI, esta gallega aventurera, ambiciosa y autoritaria protagonizó las expediciones a las Islas Salomón y Filipinas y se vio envuelta en todo tipo de acechanzas. Sus viajes fueron una auténtica odisea.
Eleno de Céspedes (Granada, Madrid, Toledo), nació morisca, esclava e hija de su amo. Se casó con un hombre, tuvo una hija, fue soldado y posteriormente la primera cirujano de la historia de España y, también, la primera en casarse con otra mujer. Lo hizo vestida de hombre y bajo la identidad de Eleno de Céspedes.
Lucrecia de León (Madrid, Toledo), la Nostradamus «made in Spain», vivió en la corte de Felipe II. Predijo la derrota de la Armada Invencible, entre otros sucesos relativos al reinado. Sus visiones en forma de sueños hicieron tambalear el reinado los Austrias.
Mencía de Calderón (Extremadura), dibujaría en el cielo de la conquista una buena serie de constelaciones, por todas y cada una de las peripecias y peligros que correría como Adelantada, al frente de la expedición a Santa Catalina y el Río de la Plata. Iban con ella decenas de mujeres, dispuestas a cruzar los mares para asentarse en el paraíso.
Ana María la Lobera (Asturias) y los encantadores de lobos (Cataluña, Aragón, Madrid, Cuencia), a caballo entre la historia y la leyenda, transitó por los papeles del Santo Oficio como una lobera o encantadora de lobos, que traía la desgracia a los ganados cuyos pastores se negaban a satisfacer sus caprichos. ¿Llegó a comandar lobos o fue víctima de la superstición?
Catalina de Erauso (País Vasco), escapó de un convento para vivir al más puro estilo picaresco. Sirvió a la Corona Española, sin que nadie sospechara que era una mujer. Cuando por fin se descubrió ante el mundo, el mismísimo Papa Urbano VIII le concedió licencia para seguir vistiendo con ropas de hombre.
Inés Suárez (Extremadura), conquistadora y militar española, fue una mujer valiente, tierna, enamorada, devota y cruel, una fuente de contradicciones humanas. Los azares del destino la convirtieron en una de las figuras clave de la historia de Chile durante el asedio mapuche.
El burdel de Valencia (Valencia). El Mediterráneo tenía en Valencia un faro de placer. Las prostitutas del burdel valenciano eran las más caras de Europa: cobraban el doble que el resto de meretrices del reino. Con quince hostales y hasta ciento cincuenta mujeres, estuvo funcionando entre los años 1325 y 1671.
La Malinche (México), La historia de la conquista de México se estremece con sentimientos encontrados cuando escucha este nombre. La esclava, la amante, la intérprete, la que supo moverse para abrirle las puertas a su amo, el conquistador Hernán Cortés. Sin ella no habría sido posible lo que fue, para bien o para mal.
La Mostrua de Avilés (Asturias), no era una niña como las demás. Era una de esas criaturas extrañas que tanto gustaban en la corte de Carlos II. Eugenia Martínez Vallejo fue una muchacha condenada a ser exhibida como fenómeno en una época en la que las deformidades físicas eran objeto de circo.
Las brujas de Zugarramurdi (País Vasco, Navarra). En el año 1610 una mujer de Zugarramurdi contó que había visto a unos vecinos del pueblo adorando al diablo en una cueva. Corrían los tiempos de las cazas de brujas, y la anécdota acabó en el tribunal de la Inquisición de Logroño. La localidad del Pirineo navarro se convirtió en el escenario de condenas masivas a la hoguera.
La beata Dolores (Sevilla), condenada en Sevilla por la lnquisición el 24 de agosto de 1781, tuvo el dudoso «privilegio» de convertirse en la última bruja quemada por la Inquisición.
Escritora, filóloga, antropóloga... Mado Martínez (Alicante, 1979) ha destacado como autora de novelas de género fantástico como La Santa (Algaida, Premio Ateneo Joven de Sevilla). En su faceta de ensayista, es conocida por títulos como La Prueba (Planeta), donde aborda el tema de las experiencias cercanas a la muerte desde un punto de vista antropológico. Es miembro del equipo radiofónico de La Rosa de los Vientos de Onda Cero y colabora en Muy Interesante y CLÍO Historia.
Puedes comprar el libro en: