Me encontré con Delphine de Vigan en octubre de 2019 en los salones del Institut français de Madrid. Acababa de presentar su novela “Las lealtades”, obra sobrecogedora como casi todas las suyas. Me dijo que acababa de publicar en Francia “Las gratitudes”, en España hemos tenido que esperar hasta este mes de febrero para ver su nueva novela publicada, cosas de la traducción y de la pandemia.
Con esta última novela, son ya siete las que se han publicado en nuestro país, tanto en castellano como en catalán. Me anticipó que ambas novelas formarían parte de una trilogía, pero que de momento dejaba aparcado el proyecto porque una nueva idea la tenía obsesionada para escribir otra novela. También me dijo que su pretensión era “escribir cada vez mejor y con menos palabras”. Pues bien, lo está cumpliendo a rajatabla. “Las gratitudes” es una novela breve, casi un guion cinematográfico o una obra de teatro de mucha intensidad.
Con “Las gratitudes” se adelantó a una de las lacras que estamos viviendo por culpa de la pandemia: la soledad de nuestros mayores en las residencias de ancianos. La protagonista Michka Seld es una mujer de avanzada edad que está perdiendo la capacidad de comunicarse. Que tiene un objetivo principal en la vida que es encontrar al matrimonio que la ocultó durante la Segunda Guerra Mundial, lo que la salvó de morir en un campo de exterminio nazi. El siguiente es morirse en paz.
La novela está escrita a dos voces y plantea todo lo que ha estado pasando últimamente en las residencias de mayores. Muchos han muerto en la más absoluta soledad sin poder ser visitados por sus seres queridos. “La soledad de la vejez y la pérdida de autonomía son problemas que no se suelen tratar en la narrativa actual. La literatura huye de las realidades sórdidas y problemáticas”, nos dice la autora de Boulogne-Billancourt en rueda de prensa virtual a un puñado de periodistas de dos continentes.
La escritora francesa tiene la habilidad de escribir sobre los sentimientos de una manera muy personal. Todo de forma muy real, pero sin caer en los sentimentalismos. En su novela describe la perdida de la habilidad comunicativa de Michka. “No encontraba las palabras que quería utilizar y las sustituía por expresiones que sólo entendía su logopeda. Así que creó un nuevo lenguaje en el que sustituía las palabras que no encontraba por otras que diesen sentido a lo que quería expresa”, apunta Delphine de Vigan.
La historia surgió, como muchas de las suyas por una persona que le contó algo parecido. “Pero la mayor parte de la novela es ficción, sólo me inspiré en el personaje”, afirma con rotundidad. Su objetivo ha sido “escribir una novela de buenos sentimientos. Lo que me interesa como novelista es explorar los sentimientos. Reflexiones, tanto buenas, como malas, pero de los sentimientos. En este caso el de la gratitud que es un sentimiento muy difícil de expresar. Todos hemos lamentado no haber dado las gracias a alguien en un momento dado”, expone la escritora superventas en Francia.
Muchos se llevan a la tumba el dolor de haber ocultado sus sentimientos
“He querido que los tres personajes principales de la novela sean buena gente que se preocupan por los demás. Como he dicho antes, he buscado no caer en el sentimentalismo, pero siempre abordando este tema en su conjunto. La pandemia ha puesto el tema de las residencias en el candelero. El trabajo de los sanitarios y médicos ha sido fundamental, les aplaudíamos en Francia todas las noches”, recapitula la autora. En España también ocurrió lo mismo, a las ocho salía gran parte de la población a sus ventanas para aplaudir la labor de estos profesionales de la medicina.
Por eso, Delphine de Vigan cree que hay que “promocionar la gratitud. Muchas veces nos es difícil encarnar esa palabra. Ese agradecimiento nos produce, en ocasiones, cierta incomodidad, pero hay que superarlo. Si no nos llevaremos a la tumba el dolor de haber ocultado nuestros sentimientos”. La escritora parisina se adelantó a un problema que la pandemia y los confinamientos puso de actualidad. El sexto sentido de una escritora fundamental en la actualidad.
Es consciente la autora francesa de que su novela ha sido complicada de traducir. “Pase varias semanas haciendo una especie de guía sobre los juegos de palabras y los neologismos utilizados para explicar mi intención de lo que quería decir a los traductores. Puse el acento en todos los giros de frases y, por supuesto, en los juegos sintácticos”, explica razonadamente. “En muchos países, el éxito de un libro depende de la solvencia de los traductores”, afirma.
Delphine se involucra en todas las etapas de la edición de sus libros, pero donde se deja sus cinco sentidos es en la creación de sus protagonistas. “Como novelista me gusta meterme en la piel de mis personajes. Intentó imaginar cómo será su vida. Por eso, la novela ha quedado muy teatral, con dos visiones que se intercalan a lo largo de la narración. Estoy recibiendo muchas proposiciones para hacer una adaptación teatral, tanto en Francia como en Italia”, nos devela.
Para finalizar la rueda de prensa señala que “como escritora intento abordar y contar las situaciones narradas de forma muy personal”. Y desde luego que lo consigue. Siempre ha sabido encontrar ese tono personal en sus obras. Lo que ha hecho que se haya convertido en una escritora fundamental para las letras francesas. Por eso no podemos dejar pasar por alto un último consejo de Delphine de Vigan: “a nivel institucional, en Francia, queda mucho por hacer en las residencias de ancianos. Hay que hacer mucho más”. Y en España, también.