Se ha puesto de moda el Pazo de Meirás por su cambio de titularidad y de pronto aparece nuestra, a menudo olvidada, Doña Emilia Pardo Bazán como si de refilón nos acordáramos de ella…
Todavía recuerdo en 2016 un apagado homenaje, “Dª EMILIA A PARTIR DE TRES MIRADAS FEMENINAS”, al que apenas asistimos unas 30 personas en la Universidad Complutense pues se cumplían los 100 años de ser la primera mujer catedrática de Lenguas Neolatinas de la universidad Complutense por decreto del 12 mayo 1916. También recuerdo una charla con un profesor de instituto que decía con tristeza: “entra en el temario pero no la leemos…”. Y ahora… ¡ay!, cumpliéndose en este año el centenario de su muerte, sobresale además entre tanta opinión del “pazo”. Pero esta mujer de “desatadas pasiones” como ella misma se describe en sus propias cartas, reclamaría mucho más…
Doña Emilia es mucho más que un Pazo… pues tiene el sello de ser una de las primeras mujeres feministas españolas: “El feminismo no puede negarse, responde a una verdadera necesidad social” dijo bien alto en La Sorbona en 1899. Plasmó en sus novelas la capacidad y la necesidad de acceso de la mujer al trabajo (Memorias de un solterón), en sus conferencias defendió sus derechos (“La deficiente educación de la mujer está abocada a la infelicidad, a la oscuridad y a depender siempre del varón”) y criticó la triste situación de la mujer constreñida por las rígidas y alienantes estructuras patriarcales del momento: “El decoro: Ah, el decoro! Grillo a los pies y esposa a las manos. Soga que se lleva al cuello, sin acertar a desatarla. –una señorita no puede ponerse a hacer esto o lo otro porque el decoro lo impide”. [1] Fueron acerados sus escritos contra la violencia hacia la mujer (Las medias rojas) o su artículo de 1901 que todavía mantiene toda la actualidad, donde escribió: “Siguen a la orden del día los asesinatos de mujeres. Han aprendido los criminales que eso de “la pasión” es una gran defensa prevenida, y que por “la pasión” se sale a la calle libre y en paz de dios, y no se descuidan en revestir de colores pasionales sus desahogos mujericidas”.
Mucho más que un Pazo… pues hizo con su pluma un canto a la libertad, hacia ella misma con su discreta pero firme separación de su marido y hacia esa sociedad que la criticó por ser así. La primera mujer Presidenta de la Sección de Literatura del Ateneo con lleno total en sus conferencias para envidia de sus compañeros varones y la primera mujer catedrática a la que boicotearon tanto por ser mujer que terminó renunciando.
Mucho más que un Pazo… una mujer enamorada fuera de su matrimonio: “triste, muy triste... me quedé al separarme de ti, amado compañero, dulce vidiña…” y apasionada: “Yo haría por ti no sé qué barbaridad…”, “me gustas más que ningún libro” escribía con sensualidad para deleite de su íntimo lector.
Mucho más que un Pazo… pues vivió de su trabajo, publicó novelas magistrales, centenares de cuentos, artículos como periodista, como traductora y realizó ensayos de calado internacional alabados por las letras francesas. Mientras, aquí se le negaba la entrada en la Real Academia porque no había sillones para señoras… o porque “Por poco de abriésemos la mano, la Academia se convertiría en aquelarre...” [2] . Sin embargo, su aportación a la literatura está sobradamente reconocida internacionalmente.
Mucho más que un Pazo… era hábil oradora, polemista, incansable trabajadora, curiosa, de pluma y de respuesta afilada, le gustaba la cocina demostrándolo en sus estupendos libros de recetas y, siempre femenina, le encantaban los abanicos… Ella misma así se retrataba: “Yo valgo muy poco estéticamente considerada, pero he mareado siempre a los que se me acercaron”.
Dª Emilia Pardo Bazán murió el 12 de mayo de 1921 a los 70 años de edad. No se respetó su deseo de ser enterrada en el Pazo de Meirás y sus restos están en la iglesia de la Concepción de Madrid. Su hija Carmen murió soltera antes de la guerra civil. Su hijo Jaime y su nieto murieron durante la guerra civil. La viuda vendió al ayuntamiento de la Coruña el Pazo de Meirás por 400.000 pesetas. Su hija Blanca donó a la Real Academia Gallega su casa de la calle Tabernas en La Coruña. Es también su casa museo.
¿De verdad tienen que ser unas piedras las que rescaten la memoria de Doña Emilia Pardo Bazán…? Ella que murió católica, monárquica, condesa, feminista, trabajadora de sol a sol, de marido y amante, creo que haría con todo ello un buena novela. ¡Bienvenida Doña Emilia a tu año!
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NOTAS
[1] El decoro. La mujer española y otros escritos. Pardo Bazán.
[2] “Doña Emilia Pardo Bazán” Estudios sobre la prosa del XIX, José Vila Selma, pag 434. Tomado del prólogo de Pazos de Ulloa , Cátedra.