Así, podría decirse que el expresionismo alemán toma las riendas del destino pictórico de un país que busca un nuevo tránsito estético a través de una perspectiva cuyo primer objetivo es el de manifestar su punto de fuga libertario (en la perspectiva, el colorido, la composición), como inicio y excusa de una vida bohemia proyectada hacia la libertad. Una corriente artística que, sin embargo, se verá frustrada con la llegada del nazismo y sus nefastas consecuencias: destrucción y muerte en lo general, y confinamiento y condena en lo artístico. Más allá del espacio geográfico y temporal, no es posible sustraerse a esta rebelión de las formas y los colores. De las caras sin definir. Los espacios claustrofóbicos. El primitivismo. La tensión. La fuerza. O el dramatismo a través de sus pinceladas gruesas, matéricas e irreductibles ; unas pinceladas que marchaban ajenas a todo aquello que no llevase consigo una ruptura formal y estética de lo que hasta ese momento residía en el alma del artista, concebido éste en el expresionismo, como una corriente sin freno en la búsqueda de su particular obsesión. No obstante, ese nuevo esquematismo parte de la influencia de artistas como Gauguin o Munch, por citar solo dos ejemplos. Artistas que, con sus proposiciones, también se adelantaron a las icónicas figuras cilíndricas o volúmenes envolventes. Un esquematismo que compite con un colorido abrumador y una libertad creadora marcada por una fuerte pulsión simbólica que, en ocasiones, nos muestra su transformación hacia el cubismo.
En el expresionismo alemán, los retratos y los paisajes dejan de ser académicos para convertirse en puntos de fuga de la realidad y, de ese modo, transformarse en verdaderas estampas oníricas dirigidas por una visión transgresora que busca la otra realidad, aquella que se encuentra en el sentimiento y no en la reproducción estética de lo visto, sino de lo sentido. Esa fuerza arrolladora es la que moldean una y otra vez los cuadros de esta exposición acerca del expresionismo alemán basada en los fondos del Museo Thyssen Bornemisza, cuya particularidad reside en una distribución no cronológica de las salas y las pinturas expuestas, sino en la relación del barón con los marchantes, artistas y cuadros que compró, lo que nos permite explorar las pinturas de una forma distinta y única. La primera pieza de su exquisita colección fue La joven pareja de Emile Nolde. Un cuadro que llamó su atención por “su audaz gama de colores y la atmósfera tan particular que emanaba de ella”. Un adquisición que representa una clara ruptura y un gesto de rebelión contra su padre y el apoyo de éste al nazismo.
En definitiva, la exposición El expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza es una magnífica excusa para contemplar las obras de Vassily Kandinsky, Franz Marc, George Grosz, Emil Nolde, Paul Klee, Ernst Ludwig Kirchner o August Macke, entre otros, como nunca antes habían sido expuestas. Unas obras que forman parte de un arte concebido desde un punto de vista liberatorio.