Creo que se llama Navalny, o algo así, ese político ruso envenenado. Dirás que por qué no me documento antes de escribir la columna. Es fácil responder. La actualidad es tan vertiginosa que si te pones a hilar fino no te jamas un rosco. Lo de menos es cómo se llame este señor. Lo acojonante es que ha salido del coma para hacerle la peineta a Putin. Cuidado, tío, que la próxima vez no fallan. Además, la peineta es una cosa y la puñeta es otra. Pa´chulo, mi pirulo, le va a decir Putin. No te escandalices, en este lodazal se ha convertido la política ¿Por qué te crees que es tan adictiva y excitante? Es como una peli de serie B. Trepidante, inmoral, obscena y agresiva. En política la honestidad es un anacronismo, no mola, no tiene valor, por eso los políticos se pasan la honestidad por el Arco de Trajano (magnifico monumento. Ver Wikipedia).
Hasta aquí estamos todos de acuerdo. Bueno, más o menos, no seas tiquismiquis. Cada país tiene sus matices. Prefiero hablar de Putin, de Trump, o de Venezuela, que de España, de Sánchez y de su socio Iglesias que ya ni guarda las formas. Nueva normalidad, nueva República, nuevo peinado. Con la que está cayendo, llevar un moño modo pija quinceañera, es un insulto. Hubiera preferido que nos hiciera la peineta. Llámame loca, pero espero que esto reviente de una puta vez. ¿No decían que iba a impactar un asteroide contra la tierra? Pues ya está tardando.
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