Se ha presentado, de manera virtual, la biografía de Felipe II del catedrático de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid Enrique Martínez Ruiz. Una obra que busca rellenar los vacios de su biografía y que ha sido pergeñada de forma global para conocer la vida del que, probablemente, haya sido el rey español de mayor universalidad.
Contra todo pronóstico, el historiador, sostiene que “Felipe II fue un mito en todos los sentidos. Además, yo quería romper esa imagen de hombre permanente de luto. Siempre vestido de negro. Lo que era lógico porque sufrió un rosario de muertes en su entorno más cercano en sus últimos años de vida”. Así que no teman, el rey Prudente o Imprudente, como le define el historiador británico Geoffrey Parker, no fue el primer hombre de negro de la modernidad.
“Los hispanistas británicos no son muy objetivos. Los españoles estamos acostumbrados a que nos cuenten la historia autores extranjeros. Yo he querido poner a Felipe II en su justo término, ya que tenemos una visión muy fragmentada de él. Se le ha estudiado mucho desde diversas perspectivas: la política, la económica, la militar, la artística, etc. Yo he querido hacer una biografía global porque había facetas suyas que no se han tratado hasta ahora. Hay que tener en cuenta que el rey Prudente protagonizó la primera globalización política que se produjo en el mundo, explica Enrique Martínez Ruiz a los periodistas participantes en la rueda de prensa de presentación de su libro “Felipe II. Hombre, rey, mito”.
En el siglo XVI, “aquello de que en España no se ponía el sol era totalmente literal”, dijo el historiador con cierta retranca. El Imperio español controlaba territorios en los cuatro continentes conocidos hasta entonces y en todos los océanos, algo que ningún país hizo nunca y, además, con éxito. De ahí que surgiera la Leyenda Negra para interntar desprestigiar a España. En Australia, llegaron a denominar al océano Pacifico como el lago español.
Para Enrique Martínez Ruiz hay “tres principales facetas vitales en Felipe II. La primera transcurre en la década de 1549 a 1559, es la del hombre que ha de formarse con vistas a las responsabilidades que le esperaban como cabeza de un gran imperio que se asentaría en las cuatro partes del mundo. La segunda, la del rey que debe ejercer un gobierno permanente sobre todos los territorios en multitud de ámbitos que tuvo lugar entre los años 1564 a 1575. Y la tercera, la derivada de las dos anteriores, y que eleva su figura a la categoría de mito, lo que algunos denominan como la leyenda aurea”. Felipe II fue un mito en todos los sentidos”, subraya con decisión.
En esa primera década de formación, “Felipe II se mostró como un príncipe renacentista, amante del baile –era joven, pardiez-, de los jardines, del arte y de los animales. Muñidor de los primeros zoológicos. Y cuando sale de Castilla se integra por toda Europa. En la segunda década, se decanta por los temas militares. Libera Malta, sufre el levantamiento de los moriscos en las Alpujarras y se dan lugar varias acciones militares en el Mediterráneo contra el Turco. Ya existían dos claros ejes en su política: el Atlántico y el Mediterráneo. En la tercera década, se producen las tres bancarrotas del Estado y es cuando surge la Leyenda Negra. Se le asimilaba al diablo por ir contra los protestantes. Pero, en aquella época todos los monarcas europeos eran igual de absolutistas, en Alemania, en Italia, en Francia y, por supuesto, en Inglaterra con Enrique VIII a la cabeza”, desgrana con minuciosidad.
Algunos historiadores calificaron a Felipe II de abismal. “Yo creo que es demasiado. Es verdad que tenía demasiados compromisos, tanto familiares como de los muchos territorios de la corona, pero siempre fue un rey que dio la talla. No podemos decir lo mismo de sus sucesores”, expone el historiador y añade “él siempre quiso conocer sus territorios –aunque nunca piso suelo americano-, las personas y sus problemas”.
En opinión de Gregorio Martínez Ruiz, “el género biográfico nunca va a desaparecer. Se está haciendo demasiado positivismo, pero siempre será necesario conocer a los personajes que han forjado la historia. Siempre he sido partidario del género. Creo que conociendo en profundidad a Felipe II se puede conocer perfectamente su reino”.
Felipe II tuvo la limitación de los idiomas, igual que los políticos actuales
Pese a visitar muchos países en su juventud y ser rey de Inglaterra, “Felipe II siempre tuvo una limitación con los idiomas, sólo conocía el portugués que era su lengua materna, pero no aprendió el inglés y mucho menos el francés o el italiano”, recordó el catedrático y agregó “esto hizo que fallase en momentos importantes. Siempre le faltó el trato directo que tenía su padre con otros monarcas europeos, aunque no le importó en absoluto”.
El apelativo de Prudente se lo pusieron porque “fue bastante lento en tomar decisiones, no por su timidez como apuntan algunos historiadores. Lo que sucedía era que las distancias eran enormes entre sus posesiones y eso hacía que los correos se demorasen incluso años, por ejemplo con las Filipinas. También es verdad que siempre se mostró desconfiado, en parte por Antonio Pérez y su traición”, nos explica.
Felipe II siempre siguió las recomendaciones que le dio su padre, Carlos V en las Instrucciones de Palamós. Siempre fue un referente permanente para él, además de los sabios consejos de su preceptor Juan de Zúñiga que podríamos resumir en administrar con recta justicia a sus súbditos y defender los territorios españoles para su descendencia.
Para Enrique Martínez, “la Leyenda Negra es un absoluto disparate sin fundamento real. Las imágenes que creó la leyenda fueron tan potentes que va a ser muy complicado erradicarlas totalmente del acerbo popular. Hay que tener en cuenta que en Norteamérica se produjo un exterminio sistemático de la población aborigen, los españoles nunca hicieron eso como se puede ver en la actualidad. Como demuestra que se puedan ver pocos sioux o semínolas en Estados Unidos, todo lo contrario que en México o Perú, por ejemplo . El genocidio que imputan a España no es del todo real”.
Para finalizar su intervención, Enrique Martínez Ruiz quiere dejar muy clara la pasión de Felipe II por el arte. lo que le hizo atesorar una soberbia la colección de obras pictóricas, lo cual demuestra una cierta sensibilidad artística. “Tuvo una personalidad tan compleja y poliédrica que no se le puede circunscribir a un solo adjetivo. Tanto Abismal como Prudente me parecen irreales”, concluye el historiador de la Universidad Complutense de Madrid.
Enrique Martínez Ruiz es catedrático de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid. Es autor de más de trescientas publicaciones especializadas que le han situado como uno de los máximos expertos en Historia Militar y en la Historia de las Instituciones. Entre sus libros destacan Los soldados del rey. Los ejércitos de la Monarquía Hispánica. 1480-1700 (2008), El Ejército del Rey. Los soldados españoles de la Ilustración (2018) o el monumental Desvelando horizontes. La circunnavegación de Magallanes y Elcano (2016-2020). Ha sido profesor invitado en universidades extranjeras como la Paul Valery de Montpellier (Francia), Coimbra (Portugal), Poznan (Polonia), Pacífico (Lima, Perú), la Universidad Católica (Maracaibo, Venezuela), la de los Andes (Mérida, Venezuela), Zacatecas (México), San José (La Paz, Bolivia), Buenos Aires (Argentina) o Católica de Chile entre otras. Su actividad académica e investigadora se ha visto reconocida con la concesión del Premio Nacional de Historia de España (1982 y 2009), el Premio de Ensayo y Humanidades Ortega y Gasset Villa de Madrid (2009), la Gran Cruz de Plata al Mérito de la Guardia Civil y las Gran Cruz de Primera Clase del Ejército y de la Armada.