Durante el confinamiento me inspiró este hombre singular y de vida vibrante. Alivió mi melancolía y finalmente me curó de las drásticas circunstancias que estábamos viviendo. Viví con él la luminosa redención que confiere siempre a sus personajes. Y trabajé con el misterio sencillo de sus acotaciones en «Divinas Palabras» . Ellas han sido para mí las palabras de aquellos ciegos que contaban historias señalando en un puntero las imágenes de un telón. Aquí las tienen con algo de la máscara de su vida en este teatro del mundo. Para todos ustedes: «El Alma de Valle Inclán», nos cuenta Rafael Álvarez El Brujo.
«Llevo sobre mi rostro cien máscaras de ficción que se suceden bajo el imperio mezquino de una fatalidad sin trascendencia. Acaso mi verdadero gesto no se ha revelado todavía, acaso no puede revelarse nunca bajo tanto velos acumulados día a día y tejidos por todas mis horas. Yo mismo me desconozco y quizá estoy condenado a desconocerme siempre. Muchas veces me pregunto cual entre todos los pecados es el mío, e interrogo a las máscaras del vicio: Soberbia, Lujuria, Vanidad, Envidia, han dejado una huella en mi rostro carnal y en mi rostro espiritual , pero yo sé que todas han de borrarse en su día y que sólo una quedará inmóvil sobre mis facciones cuando llegue la muerte»
«La lámpara maravillosa» Valle Inclán