Gio Zararri es el pseudónimo del escritor vitoriano Sergio Gónzalez de Zárate Pérez de Arriluces, su libro "El fin de la ansiedad" es uno de los mejor valorados y más utilizados para comprender y tratar el trastorno de ansiedad. Ha sido el libro mejor valorado en el género de autoayuda según un reciente estudio de la empresa Netrivals. En redes sociales la comunidad de El fin de la ansiedad cuenta ya con más de 100000 miembros.
Pronto comenzará la desescalada de la actual cuarentena, uno de los mejores momentos para intentar atraer cosas buenas a nuestra vida, recuperar valores y objetivos renovados tras este momento histórico que todos hemos vivido, para el futuro que se acerca.
Por desgracia también es este, uno de los momentos en la que más tristeza, estrés y ansiedad podemos sentir.
Ansiedad y desgana debido a tanta prisa y tanto cambio, a esa constante búsqueda de necesidades innecesarias, objetivos y emociones emergentes, incertidumbre y caos, un estilo de vida - especialmente durante la cuarentena-, que contiene buena parte de los ingredientes de muchos de los conflictos emocionales más comunes hoy en día, problemas que han pasado a considerarse ya, verdaderas epidemias…
Epidemias como la del trastorno de ansiedad una patología que según la OMS es el problema de salud mental más extendido en el mundo, un trastorno con una probabilidad de padecerlo tan alto, que asegura que una de cada tres personas la han sufrido o sufrirán a lo largo de su vida.
Y como decía, ahora más que nunca, estas cifras pueden dispararse debido a tanto cambio imprevisto, cambios en nuestro estilo de vida, miedos no solo de lo que puede depararnos este futuro incierto, sino también un presente desconocido y extraordinario, al que deberemos aprender a adecuarnos.
Pero también son estos momentos en los que descubrir y obtener cosas positivas, intenciones como el cambio, la mejora o el cuidado personal o de nuestros seres queridos, que tanto hemos echado de menos. Para conseguirlo, tal vez podríamos pensar en regalar más salud, sonrisas, ilusión y felicidad, y esa es la intención de este artículo.
Deberíamos apreciar que en estas fechas ha llegado el mejor momento para querer y sentirnos queridos, y movido por este fin, considero importante conocer y reconocer más en detalle realidades como esta de la ansiedad, un problema tan común en nuestros días, para intentar alejarnos de esos ingredientes que pueden sumergirnos en el sufrimiento, intentando obtener respuestas válidas para descubrir la oportunidad que esconde cada problema.
En este artículo intentaré resumir algunas de las respuestas a las preguntas más comunes entre todos aquellos que sufren o han sufrido ansiedad, para intentar apoyar y ayudar a apreciar como la ansiedad, y sus complicados síntomas, son algo mucho más común y con sentido, de lo que muchas veces podemos llegar a pensar.
Empezamos:
La ansiedad es una emoción que nos prepara para afrontar situaciones que amenazan nuestra supervivencia, básicamente un sistema de defensa del que disponemos todos los seres humanos, un mecanismo que ha ayudado a que la especie humana haya sobrevivido hasta ahora.
Surge cuando, ante un peligro real o una situación vital, nuestro organismo reacciona para prepararnos para la lucha o huida, las acciones que conseguirán mantenernos a salvo o a llevar a cabo esa tarea o acción tan importante para nosotros.
La ansiedad como trastorno, o esa ansiedad a la que mi libro y muchos otros se refieren, se considera a ese estado de ansiedad en el que nuestro organismo permanece alterado considerando que existe una amenaza cuando realmente no existe, una falsa alarma que se mantiene en el tiempo y condiciona aspectos tan ordinarios y poco peligrosos como pueden ser, salir a la calle, coger un ascensor, o entrar en un lugar lleno de gente.
La ansiedad o mejor dicho, el trastorno de ansiedad, supone la existencia de un gran conjunto de manifestaciones, tan variadas que pueden agruparse en distintos grupos. Síntomas físicos (sudoración, taquicardia, hiperventilación, etc…), psicológicos (inquietud, sensación de amenaza, rumiación de pensamientos, temor a la muerte…), de conducta (hipervigilancia, bloqueos, torpeza, etc…), sociales (irritabilidad, ensimismamiento, temor excesivo a conflictos, etc…) e intelectuales o cognitivos (dificultades de atención o concentración, susceptibilidad, etc…).
Personalmente, el mejor modo para reconocerla es admitir que no existe ninguna otra enfermedad que engloba tantos y tan variados síntomas como los que aquí se indican y sentimos. Comprendiendo también que el problema se intensifica si nos centramos en sus síntomas y aceptar que en ninguna otra patología (ni mental ni física), el miedo nos avisa de ello.
La ansiedad y sus síntomas nos mantendrán alerta y preocupados, intentando engañarnos o haciendo que aumente nuestra hipocondría. En muchos momentos podremos creer estar padeciendo algo distinto, pero todo esto no será sino otra señal de una única realidad: no padecemos nada distinto a la ansiedad.
Existen varios tipos de trastornos de ansiedad, en muchos de los cuáles, por su dificultad (no confundir con peligro), puede ser más que conveniente buscar ayuda profesional.
Las fobias específicas (a la muerte, enfermedad, objetos, animales, etc…) es el más común de los tipos de ansiedad. También existe el trastorno de ansiedad generalizada, el TOC (trastorno obsesivo compulsivo), la fobia social, el trastorno de pánico, el trastorno de estrés postraumático y la agorafobia.
Los ansiolíticos pueden reducir algunos de sus síntomas, y hacer la convivencia más fácil en algunos momentos o situaciones. Pero cuidado, jamás solucionarán el problema por sí mismos.
Deben ser utilizados bajo prescripción médica tanto para su dosis como para su consumo, ya que generan dependencia y tolerancia (la misma dosis cada vez tiene menos efectos) y es recomendable no dejarlos drásticamente para no sufrir complicaciones o ataques de pánico.
Aceptarla y aprender a convivir con ella.
Si no la aceptamos estaremos dando palos de ciego y cualquier paso que demos no lo estaremos dando en la justa dirección, haciendo más grande el problema y más difícil su solución.
Una vez aceptada nos tocará responsabilizarnos no solo de nosotros mismos sino también de nuestra mejora, y no hay mejor manera de comenzar nuestra propia terapia que aprendiendo a convivir con los síntomas de la ansiedad (que no desaparecerán de la noche a la mañana), e intentando regularlos, gestionando con ello el modo en que reaccionamos ante todas aquellas situaciones que nos provocan o aumentan nuestra ansiedad.
En muchos casos sí, sobre todo dependiendo del tipo de ansiedad y del tiempo que llevemos conviviendo con ella, totalmente aconsejable.
Si sufrimos de TOC, agorafobia o crisis de pánico frecuentes, es fácil entender que nuestra cabeza mantiene ideas limitantes y obsesivas que no son nada fáciles de tratar o reducir, es por ello que en todos estos casos en los que la ansiedad limita en gran medida nuestra vida, no hay mejor ayuda que buscar ayuda, haciendo del camino mucho más fácil y agradable, dejándonos aconsejar por personas que comprenden mejor no solo el trastorno sino también los métodos más adecuados para nuestro caso.
En muchas de estas ocasiones, la terapia psicológica suele venir acompañada de medicación, ya sea de ansiolíticos para reducir algunos de los síntomas y ataques de pánico, como de antidepresivos muy adecuados para tratar fobias o trastornos obsesivos y regular mejor esa asociación emoción - razón.
Y como resumía al inicio del artículo, sería aconsejable comprender que lo más importante para nuestra propia recuperación, nuestra propia medicina, lo tenemos ya dentro de nosotros mismos.
Personalmente creo que cualquier persona que ha afrontado y superado un trastorno de ansiedad, puede estar conmigo en que una de las grandes lecciones que sacas de este complicado período junto a la ansiedad, es que tanto la terapia como las herramientas que realmente nos hacen salir de este complicado trastorno, parten del interior de cada persona.
Nada va a cambiar si uno no cambia, una verdad que nos demuestra que cualquier camino que nos toque por recorrer, deberá partir de nuestros propios pies.
La ansiedad es uno de estos caminos, un trastorno que no deja lugar a otra respuesta diferente a nuestra propia acción. De nada servirá inflarse a pastillas o postergar esa necesidad de cambio, por tanto cuanto antes nos pongamos manos a la obra y actuemos, mucho mejor conviviremos con el problema y conseguiremos superarlo.
Y durante ese trabajo con uno mismo gracias al que conseguiremos sacar una mejor versión de nosotros mismos, deberemos aprender a convivir con esos horribles síntomas que nos acompañan en el camino, haciendo que busquemos una mejora física y mental, que no solo nos haga sentir más fuertes físicamente, sino sobre todo mentalmente, cambiando el modo en que observamos el problema, y así empezando a ver algo de luz ante tanta oscuridad.
Como no me cansaré de repetir tanto en mi libro El fin de la ansiedad (el libro de autoayuda mejor valorado del año) como a todo aquel que busca un apoyo o consejo para combatir este trastorno. Llegará el momento en que deberás decidir responsabilizarte de tu vida y tu felicidad, un momento que puede empezar ahora mismo. Por eso sonríe y empieza a apreciar tu cambio, ha llegado el momento de que pases a la acción.
Como comentaba al inicio de este artículo, la ansiedad es el trastorno de salud mental más extendido en el mundo, y no deberíamos parar aquí ya que según las organizaciones sanitarias, los problemas mentales son también la causa número uno en las visitas al médico de familia, superando con ello a los problemas de tipo físico.
Todo esto se debe principalmente a nuestro particular ritmo de vida, un presente en el que vivimos en una carrera constante movidos por los tantos y tan distintos avances que van surgiendo, realidades como las nuevas tecnologías, las redes sociales o el creciente consumismo, o problemas tan preocupantes y complicados como la actual pandemia de coronavirus y todos los problemas que derivarán de ello, situaciones que cada vez llenan más nuestra mochila de la vida y nos restan en tiempo y paz mental. Queremos cosas y cuando las tenemos queremos más, y a la vez que nos mantenemos descontentos por jamás conseguir todas estas necesidades inventadas, el sistema, los móviles o las largas horas en la oficina, consumen nuestro elemento más valioso, gratuito e infravalorado, nuestro propio tiempo…
Y de este modo, todo ese tiempo en que podríamos disfrutar de la vida, de nuestros seres queridos y nuestras propias pasiones, lo malgastamos en esa búsqueda constante de esos elementos que jamás podrán traernos la felicidad.
Pocas veces nos paramos a pensar en la realidad de nuestras necesidades e intereses, y solo será ahí donde podamos encontrar la alegría, en esos momentos personales en los que necesitamos calma y equilibrio, y no rellenar el tiempo con tareas en cadena y sin sentido, por las que parece que se nos va realmente la vida.
Hace poco veíamos como la ansiedad es una emoción gracias a la que el ser humano ha sobrevivido durante millones de años, un mecanismo de defensa adaptativo que en los tiempos actuales suele funcionar en modo erróneo, debido a que la velocidad con que vivimos, es mucho mayor a la de la propia evolución.
La evolución se toma su tiempo para realizar los cambios, y así como el cuello en las jirafas iría creciendo milímetro a milímetro hasta adaptarse a sus necesidades, del mismo modo nuestro cerebro y emociones deberían adaptarse a un ritmo parecido para funcionar en un modo idóneo. Y es aquí donde viene el problema…
Ha habido más cambios en el estilo de vida del ser humano en los últimos siglos, que en los millones de años que llevamos sobre la tierra, realidades que hacen complicado que emociones tan antiguas y universales como la de la ansiedad, puedan adaptarse de un modo correcto.
De esta manera, si en la antigüedad la causa más frecuente del resurgir de la emoción de la ansiedad podía ser el ataque de un depredador como podía ser un tigre, en la actualidad, podemos responder con ansiedad ante realidades tan poco peligrosas para nuestra vida como un despido o un cambio de aires, y si tenemos en cuenta toda esa aceleración, obligaciones y tareas a las que debemos responder en cada momento, es fácil comprender el motivo por el que el trastorno de ansiedad es uno de los males del siglo XXI.
El mayor enemigo de la raza humana en la actualidad ha dejado de ser el tigre o el león, tampoco el cáncer o los accidentes de tráfico, el principal enemigo de la sociedad en la actualidad son los problemas emocionales, realidades que pueden hacer de la vida de las personas un camino muy complicado.
Debido a ello y a la imposible posibilidad de asistencia particular en cada caso, el protocolo de asistencia a las personas que sufren trastornos mentales como el de la ansiedad, es el de realizar un diagnóstico y recetar fármacos que ayuden aunque solo de un modo puntual, a rebajar sus síntomas, un apoyo que lejos de ayudar hace que las cosas empeoren ya que hay quien piensa que con estas pastillas como único remedio, el problema desaparecerá por sí solo…
No se puede, ni se debe culpar al sistema sanitario de todo ello, y como veíamos tampoco podemos hacerlos responsables de que este tipo de problemas se hayan convertido hoy en día en una complicada epidemia.
Teniendo en cuenta los números y las necesidades de atención individual, sería totalmente imposible que pudieran atender como se debe a cada persona, por ello, más importante que poder dedicar un profesional en cada caso particular, sería ayudar con información, regalando más apoyo, recetando más libros y solo y evitando que las personas se automediquen sin ninguna necesidad.
Por todo ello nace este artículo, estas fechas deberían ser un espacio para motivarnos, un período en el que el apoyo, los valores y las buenas intenciones ganasen al resto, un tiempo en el que la felicidad gane la batalla al dolor, una época en la que no hay nada más importante que regalar ilusión y nuevas sonrisas.
El mejor deseo para el momento que se acerca podía ser este, ayudar con más y mejor información a las personas para poder afrontar sus problemas, ayudándoles a comprender también, que es dentro de sí mismos donde pueden encontrar su mejor medicina.