Recientemente asistimos a un boom del género distópico, tanto en el cine como en la literatura. Tras Manifiesto ni-ni (2013), obra en la que proponía una reapropiación subversiva del término ni-ni, el escritor burgalés Víctor Atobas regresa a la narrativa con La trampa de Tánatos, una distopía universitaria ambientada en un mundo violento y deshumanizado, en el que los seres humanos se han convertido en seguidores del culto a la muerte y se limitan a alimentar con sus energías al propio sistema de la destrucción.
En la novela, España es representada como un gran campo dividido en tres unidades, una para clase social. El Estado aparece figurado como la Institución, regida por los mandamases, quienes se han involucrado en diversos crímenes a lo largo de la historia. Un día desaparece una adorable pareja de estudiantes, Carmen y Sito. Algunos de sus compañeros, como Marcos, Keylor y Liliana, integrantes de la organización vanguardista conocida como Frente Antiprostitución, culparán a un profesor cercano a los mandamases de las desapariciones y decidirán tomarse la justicia por su mano.
En La trampa de Tánatos, la muerte sale a la escena y cobra el mayor protagonismo. Pero no se trata de la muerte real, física, sino de la muerte simbólica como destierro del tiempo presente, como desierto helado y congelación del Yo. En la presente obra, el lector se verá inmenso en una potente alegoría de la muerte en vida, una sátira donde abunda el humor negro y aparece también la fantasía. Tánatos tratará de someter a los pobres y desvalidos humanos, mientras que su enemigo, Eros, se transformará en flores y mariposas para así espolear memoria y poesía de lo humano. ¿Los jóvenes caerán en las trampas, o se dejarán asombrar por las mariposas? ¿Acaso Ernesto llegará a entender por qué sufre tanto, y logrará cambiar el rumbo de su vida? ¿Marcos, Keylor y Liliana conseguirán rescatar a sus compañeros?