Drama | 107 min. | Francia | 2019
Título: Fahim.
Título original: Fahim.
Dirección: Pierre-François Martin-Laval.
Guión: Pierre-François Martin-Laval.
Intérpretes: Gérard Depardieu, Isabelle Nanty, Pierre Gommé, Didier Flamand.
Productora: Waiting For Cinema / Wild Bunch / Alicéléo / France 3 Cinéma / CN8 Productions.
Distribuidora: Tripictures.
El joven Fahim (Fahim Mohammad) y su padre se ven forzados a huir de su Bangladés natal, abandonando al resto de su familia para trasladarse a París. Desde su llegada se enfrentan a una verdadera carrera de obstáculos para obtener el asilo político, ante la amenaza de ser expulsados en cualquier momento. Gracias a su talento para el ajedrez, Fahim conoce a Sylvain (Gérard Depardieu), uno de los mejores entrenadores de ajedrez de Francia. Ambos aprenderán a conocerse y entablarán amistad. Al comenzar el campeonato nacional de ajedrez, la amenaza de expulsión se cierne sobre ellos y a Fahim solo le queda una oportunidad para salir airoso: convertirse en campeón de Francia.
Crítica de Daniel Bernal:
Pierre-François Martin-Laval dirige Fahim, su cuarto largometraje, recreando una situación basada en hechos reales donde el joven Fahim tendrá que dejar su tierra natal para emprender su sueño de recibir clases de uno de los mejores profesores de ajedrez (aunque nada más conocerle no será como él esperaba) y así lograr convertirse algún día en campeón.
La primera pregunta que se nos viene a la cabeza es cómo Gérard Depardieu decidió embarcarse en una producción tan humilde. Puede que sea amante del ajedrez o que viese en el guion algo grande que contar. Pues perfectamente podría ser por sendas razones por las que el actor francés (o ruso mejor dicho, no vaya a molestarse) haya emprendido este viaje, ya que de hecho, este filme rinde tributo al personaje que él interpreta, el entrenador Sylvain, uno de los mejores entrenadores de Ajedrez en Francia, que, lamentándolo mucho, nos dejó hace unos años.
“En esta cinta se ve reflejado el deseo de muchos niños que algún día sueñan con alcanzar la cima y llegar a ser igual que sus ídolos".
Estamos ante una película sencilla, sencillamente hermosa. Aunque la historia 'sólo' gire en torno a un joven que decide irse con su padre a París para una vez allí aprender del mejor y competir en los campeonatos nacionales, en el camino nos encontraremos con obstáculos que harán poner en jaque los valores de los protagonistas y de la sociedad en la que vivimos. Es duro dejar tu tierra para alcanzar un sueño, ¿verdad? En el momento en el que Fahim se despide de su madre desde el autobús, mirando hacia atrás, abandonando su cultura, su país, su vida… ya se palpa que el viaje va a merecer la pena. En esta cinta se ve reflejado el deseo de muchos niños que algún día sueñan con alcanzar la cima y llegar a ser igual que sus ídolos, ya sea Bobby Fisher, Anatoly Karpov, Garri Kaspárov o el más reciente Magnus Carlsen. Para los fan del ajedrez será una de las películas del año.
El elenco que se nos presenta en la pantalla funciona de forma loable; los actores que lo componen se complementan bien entre ellos. La mezcolanza y la interactividad que hay entre Gérard Depardieu e Isabelle Nanty es atrayente y totalmente diferencial con respecto al comportamiento que tiene con los demás personajes. Y es lo que tiene el amor, que tu comportamiento puede verse alterado, creando en tu ser un cierto atisbo de irresolución. Por otra parte, el que fuese Etienne Lantier en Germinal, aunque muestra a sus alumnos un lado riguroso y porfiado, podría haber reflejado una percepción más agresiva e iracunda en su personalidad.
Aunque a niveles técnicos no es destacable, Fahim es emocionante en todos los términos de la palabra. Emocionante porque el espectador estará perplejo en la butaca, con el ojo puesto atentamente hacia la pantalla como si de la mirada de Kaspárov se tratase para ver cómo se desarrollan los acontecimientos y las partidas que jugará el chico protagonista.
En definitiva, para el que escribe estas líneas, Fahim resultará una notable obra para el que le guste el deporte de inteligencia por antonomasia. Animo y aliento a los padres a llevar a sus hijos a ver este largometraje, siempre y cuando sean ajedrecistas de pura cepa. Este crítico desde que tiene uso de razón juega al ajedrez, siendo un fiel seguidor de este deporte. El niño que hubo en mí no pudo llegar a ser un jugador profesional, y puede que si este film se hubiese estrenado a principios de este siglo, al verla, me hubiese levantado el ánimo para poder emprender el viaje de Fahim, dejando todo atrás para poder, quién sabe, haber logrado ser un Gran Maestro.