¿Cómo llevó a cabo el Tercer Reich el saqueo de obras de arte más grande de la historia? ¿Cuáles fueron sus vínculos con el Holocausto? ¿Cuál fue la implicación de España?
El catedrático Miguel Martorell nos lo cuenta en "El expolio nazi".
Han pasado setenta y cinco años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y no hay semana que no aparezca alguna noticia sobre reclamaciones de las víctimas del expolio nazi o sus descendientes, ya sea a estados o museos de todo el planeta, para recobrar las obras de arte robadas durante la contienda.
Adolf Hitler y Hermann Goering pusieron en marcha una gran maquinaria depredadora que arrasó el patrimonio pultural europeo. El banquero alemán Alois Miedl, marchante de Goering, fue uno de los protagonistas de aquella trama. A través de la vida su vida, este ensayo explica en qué consistió el expolio nazi. Miguel Martorell expone también qué papel desempeñó España en la dispersión de los bienes saqueados, pues Miedl halló aquí refugio al acabar la guerra e introdujo de contrabando un número indeterminado de pinturas, cuyo paradero aún hoy desconocemos. Pero no fue el único: por aquellos días, los contrabandistas de arte procedentes del Tercer Reich campaban por España con la complicidad de la dictadura franquista, hasta el punto de que en varias galerías del país podían hallarse pinturas procedentes del expolio.
Franco debía su victoria en la Guerra Civil a la ayuda nazi y cooperó con el Tercer Reich hasta casi el final de la guerra. La dictadura ofreció refugio a traficantes arte, permitió el contrabando y no colaboró con los aliados durante la posguerra en la búsqueda del arte procedente del expolio.
Además de Alois Miedl, los servicios secretos aliados tuvieron constancia de que muchos alemanes, o ciudadanos de los países ocupados, se refugiaron en nuestro país y trajeron con ellos bienes artísticos o culturales de contrabando. Algunos tuvieron aquí una carrera profesional de éxito, como fue el caso de Otto
Horcher, el restaurador. Los aliados, sin embargo, no contaron con la colaboración del gobierno español, no pudieron probar casi ningún caso.
En subastas celebradas en Barcelona o en Madrid, circulaban obras de arte del expolio. Marchantes como Apolinar Sánchez o García Calle compraban pinturas procedentes de la Europa ocupada y las vendían a los embajadores de Alemania o Japón, y a destacados representantes del Eje en España.
Algunos notables franquistas, como Antonio María de Aguirre y Gonzalo, adquirieron pinturas a los mismos marchantes franceses que suministraban pinturas a los jerarcas nazis. Aguirre actuó como intermediario en la compraventa de arte para otros políticos del régimen, como José María de Areilza.
Miguel Martorell es catedrático de Historia en la UNED. Ha publicado, entre otros libros, Historia de la peseta. La España contemporánea a través de su moneda (Planeta, 2001), José Sánchez Guerra. Un hombre de honor (1859-1935) (Marcial Pons, 2011) y Duelo a muerte en Sevilla (Ediciones del Viento, 2016). También es coautor, junto con Santos Juliá, de Manual de historia política y social de España (1808-2018) (RBA-UNED, 2019).
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