Seguro que si preguntamos a cualquier alumno de 2º curso de bachillerato el nombre de la diosa clásica de la belleza, la respuesta inmediata será Venus o Afrodita. Cierto que si profundizásemos en definir la causa o el mito que explique ese título de Miss Olimpo, sería difícil conseguir respuestas coherentes.
Algo parecido he experimentado con una somera encuesta que he pasado a los alumnos de 2º curso de bachillerato en tres institutos de la comarca sobre El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha.
Haciendo el recuento de los resultados de esta encuesta he de reconocer que esperaba unos datos más alentadores, más adecuados a la calidad de una obra universal que se reconoce en muchos aspectos de nuestra realidad manchega.
Nuestros estudiantes, manchegos y con buenos resultados académicos, han acertado plenamente en el nombre del autor del Quijote, del pueblo de Dulcinea y del escudero; un grupo importante conoce a Rocinante y el concepto de caballero andante; menos de la mitad del total saben quién es el Caballero de los Espejos, Aldonza Lorenzo y el número de salidas que hizo don Quijote.
Dudan a la hora de definir El Quijote como novela o como libro de aventuras fantásticas, algunos se apuntan a señalarlo como libro histórico.
Abundando en los detalles dudan de la Pastora Marcela como dama fea o bella, joven o vieja, igualmente se dividen definiendo al bachiller Sansón Carrasco como estudiante, médico o prometido de la sobrina de don Quijote.
Estos son sólo unos detalles sueltos de un informe sobre esta encuesta que se puede mirar en http://cervantesalcazar.com/ver_blog/100.
Los lamentos y las quejas vienen automáticamente ante este panorama, pero no, no debemos, no podemos recurrir al pesimismo. Es cierto y evidente que los alumnos de 2º de bachillerato no han leído El Ingenioso Hidalgo, tampoco es necesario, ni pretendo aquí promover la obligación de su lectura.
Cervantes y especialmente su obra de El Quijote, merecen un respeto, un lugar en el currículum de la enseñanza obligatoria y del bachillerato. La inmensidad de materias y temas que han de acometer los colegiales ha difuminado el lugar dedicado a Cervantes. No podemos culpar a los profesionales de la educación, perdidos entre un inmenso currículum y unas tareas administrativas que no les permiten dedicarse enteramente al arte de educar.
Hemos de tener en cuenta la edad y las circunstancias de los estudiantes encuestados. Entre 17 y 18 años, jóvenes abrumados por las exigencias de sus asignaturas y la proximidad de la prueba de acceso a la universidad en el mes de junio. Tiempo tendrán, en el futuro, para dedicarlo a la lectura de esta obra indispensable. La lectura completa del Quijote debe hacerse con cierta madurez personal, sólo así se pueden disfrutar todos sus matices filosóficos, psicológicos, populares, históricos, sociales y descriptivos. Aunque sí echamos en falta un poquito de preparación, de publicidad, de mercadotecnia. Debemos valorar la obra de Cervantes en las aulas. Esto sí es posible.
Más allá de todo esto, desde la Sociedad Cervantina nos proponemos actuar para dar a conocer lo que esta obra puede ofrecer a cada alumno según su edad, que para todos tiene algo que enseñar.
El Quijote es un clásico universal por encima del tiempo, pero su vocabulario y sintaxis son del siglo XVII. Esto hace necesario seleccionar textos, adecuar el vocabulario, proponer actividades. Es poner al Quijote al alcance de cada edad, sin el castigo de una lectura total, pero mostrando a cada alumno lo mejor de esta obra, dándolo a conocer reiteradamente, proponiendo la lectura completa como un acto final y de madurez, identificándolo con el disfrute absoluto de la lectura.
Desde la Sociedad Cervantina, en línea con estas actividades, hago una primera propuesta: nuestra página web (http://cervantesalcazar.com) ofrece gratuitamente un Quijote adaptado, una entretenida colección de Refranes cervantinos y una serie de pequeñas píldoras sobre episodios del Quijote (las Quisicosas). Es verdad que para leer el Quijote hay que proponérselo firmemente, y eso también vale para las casi 1000 páginas de nuestro texto adaptado; pero su formato, ilustraciones, letra muy legible, con sutiles retoques en el vocabulario y sintaxis, sin notas al pie, sin perder nada de lo fundamental, es mucho más atractivo, más digestivo que un Quijote convencional, y puede ser una útil herramienta en manos del profesor de enseñanza secundaria en Castilla-La Mancha.
No conocemos el Quijote como deberíamos, no lo conoce nuestro futuro que son ellos, los estudiantes. Tenemos mucho trabajo por delante. Un manchego debe conocer qué es el bálsamo de Fierabrás de la misma manera que asocia la belleza a Venus.
Félix Patiño Galán
Sociedad Cervantina de Alcázar