El pasado viernes, siete de febrero, el poeta alicantino Ramón Bascuñana presentó en Valencia “El dueño del fracaso” (El Desvelo Ediciones, 2019), su más reciente poemario. La librería El Imperio de los Libros, de tan solo dos meses de actividad pero ya destacado espacio cultural en el corazón de Valencia (calle Sueca), acogió una presentación que recibió un no muy numeroso pero selecto público.
Como presentador y disertador, Juan Luis Bedins, reconocido gestor cultural y escritor valenciano, además de presidente de CLAVE (Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios; y como escritora invitada a hablar del libro, Bibiana Collado, profesora, investigadora y poeta joven de fulgurante carrera.
Entre el público, escritores como Blas Muñoz, Juan Pablo Zapater, Susana Benet, Vicente Torres, Vicente Enguix y Gloria Sevilla. Mamen Monsoriu, librera de El Imperio, fue la anfitriona de una presentación que se preveía interesante dada la trayectoria del poeta Ramón Bascuñana.
En primer lugar, Juan Luis Bedins presentó al poeta visitante como un escritor de éxito: veinte libros publicados durante veinte años y una enorme lista de galardones obtenidos. Contó Bedins que Bascuñana también ha publicado relatos, plaquettes y que no era la primera vez que presentaba uno de sus libros. Siguió diciendo de Bascuñana que es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Murcia y que el tema central del libro que allí se presentaba era el fracaso, un tema que ya ha abordado el autor en otros títulos.
En su disertación sobre “El dueño del fracaso”, Bedins hizo un examen exhaustivo en el que señaló la estructura de la obra, así como algunas de las claves de la poética de Ramón Bascuñana. Así, apuntó que en la percepción pesimista del mundo que manifiestan los poemas, también podemos encontrar cinismo, humor, mucha ironía, fórmulas para entender una vida y una sociedad que sumen al hablante lírico en una desesperanza que trata de soportar mediante la escritura.
Por su parte, Bibiana Collado recordó que el poemario de Bascuñana fue merecedor del premio Internacional Gerardo Diego 2018 que otorga el gobierno de Cantabria, lo que le sirvió para criticar que entre los ganadores históricos de este premio solo se encuentren dos mujeres. Y en cuanto al libro, Bibiana compuso un bello texto en el que descubrió algunos temas de El dueño del fracaso, como la tarea de cuidar a nuestros padres durante su vejez, la reflexión profunda acerca del desgaste de la vida y el paso del tiempo o en definitiva, su carácter existencial. Bibiana concluyó su intervención dando lectura a uno de los poemas del libro.
Llegó el turno de palabra del autor, lo que Bascuñana aprovechó para abrirse y sincerarse con el público asistente. De esta forma se pudo comprobar que su poesía tiene un alto grado biográfico. Tras afirmar que el poeta debe hablar sobre aquello que conoce puso en práctica su aserto y dio lectura a varios poemas basados en experiencias personales, que también contó. El clima de conversación e intimidad que se formó fue propicio para el descubrimiento interior.
Bascuñana se confesó obsesionado con algunos temas que trata en el libro, temas recurrentes en toda su obra que se repiten, como los títulos de algunos poemas: lo efímero del éxito, la farsa de los días, la derrota y cómo la asumimos; temas a los que regresa una y otra vez con la intención de trascenderlos y, sin embargo, de esa imposibilidad nace el pesimismo.
Bascuñana se mostró contrario a las formas de vida social impuestas por el capitalismo. Contó sobre la situación actual de sus padres, con quienes convive. Si a través de sus reflexiones parecía justificar los motivos de su desafección con el mundo, mediante su poesía parecía ofrecer una luminosa causa para su resistencia. La calidez de su palabra, su cercanía, escucharlo recitar con naturalidad, sin pretensión de alarde, resultó un canto a la cotidianidad que no pretende enmascarar los vicios y defectos, las dudas y —acaso— temibles certidumbres del ciudadano moderno.
La presentación finalizó con un intercambio entre el poeta y el público, desde el que fue preguntado acerca de —en caso de haberla— lo que él entiende como salvación, a lo que el poeta respondió con total rotundidad —en otras palabras— algo así: vivir y disfrutar al máximo el tiempo que nos queda.