EVENTOS

Isabel Allende juega al rol en el Ritz

Isabel Allende

Encuentro en una suite del Ritz con la escritora chilena por "El juego de Ripper"

Javier Velasco Oliaga | Jueves 23 de octubre de 2014

"No me pidas que sea consistente y coherente. Yo miento mucho", así responde a la primera pregunta que hago a Isabel Allende cuando, recordando la vez anterior que estuvo en España en junio de 2011, me dijo que nunca escribiría una novela policiaca, que con uno que hubiese en la familia escribiendo ese género era bastante. "Además, mi marido lo hace muy bien", afirmó rotunda.



William Gordon hasta ahora era el único escritor de la familia dedicado al género negro. Isabel Allende llevaba varias novelas históricas
en su haber cuando cansada de tanta historia decidió acometer una novela más dinámica y juvenil, El cuaderno de Maya fue el resultado, una historia de drogas y de alcohol donde la protagonista es una adolescente, aunque la novela no está pensada para este tipo de público sino para adultos. La novela fue un éxito rotundo.

A Carmen Balcells, su agente literaria, se le ocurrió que podían escribir una novela policiaca a cuatro manos. Se pusieron manos a la
obra, pero Isabel Allende no tardó mucho en darse cuenta de que "me iba a tocar hacer la mayoría del trabajo", señala sonriendo. Así que decidió continuar sola, a su ritmo, antes que divorciarse de su marido, "que es maravilloso en muchos cosas y en otras no tanto", dice burlándose de él.

Así que otro 8 de enero a las seis de la mañana comenzó a escribir El juego de Ripper, una historia donde un juego de rol tendrá
una importancia inusitada y donde un asesino en serie se llevará el protagonismo. "La novela cumple todos los requerimientos del género, como el de que siempre vence la justicia, pero hay mucha burla al género y mucha ironía", describe la escritora chilena en la suite del hotel Ritz donde nos ha recibido a unos cuantos periodistas de medios digitales por rigurosos turnos de cinco en cinco.

Isabel Allende, pese a llevar casi tres días dando entrevistas, ruedas de prensa y encuentros, se muestra simpática, accesible y para nada cansada, -de lo que intentan convencernos las responsables de prensa-. Con setenta y un años tiene más vitalidad que todo el equipo de comunicación junto. Menuda y nerviosa, siempre tiene las palabras justas para entablar gratas conversaciones, como cuando charlamos sobre el feminismo.

"He trabajado con mujeres y para mujeres en la fundación que tengo. Tratamos muchos temas, incluido el de planificación familiar", nos desvela la escritora chilena y añade: "conozco el valor, el coraje, la resistencia y los valores de las mujeres". Pero no sólo de las mujeres, también de los hombres, de todos en general, sobre todo de "las personas que vencen obstáculos", agrega decidida.

Es la gente marginada su principal preocupación y cuando descubre historias que merecen ser contadas, lo hace con determinación. "Cuento las historias que tengo que contar, no pretendo mandar mensajes, ni inspirar a nadie", subraya. Para ello utiliza la pasión, "las emociones son las mismas en todas partes. Sentimos el amor de la misma manera en cualquier lugar del mundo. Somos muy parecidos en todos los sitios", opina con razón.

Sus novelas se suelen reconocer casi inmediatamente pese al cambio de género. "Se reconoce mi voz muy pronto, quizá sea por el ambiente que suelo dar a mis creaciones", señala en la charla que mantuvimos y apunta que "mi escritura requiere mucho tiempo y mucho silencio". Lo necesita para encontrar el tono del libro y para ir sacando personajes cuando los necesita. Cuando lo hace le gusta saber todo de cada personaje para así poder mostrárselo mejor al lector.

El juego de Ripper discurre en la ciudad de San Francisco, "es una ciudad ideal para mí. La conozco muy bien y es muy contemporánea", describe, y en voz baja reconoce que hay personas conocidas suyas que le sirven de inspiración. Esta vez ha sido su nieta Andrea la que la ha mostrado los caminos del juego de rol, pero también ha tenido la ayuda de su marido, William Gordon, que el pasado verano visitó la Semana Negra de Gijón para la elaboración del libro. "Willy es muy generoso, muy abierto, cualquier otra persona se hubiese mosqueado por meterse en su terreno, pero él me ayudó con sus consejos, me decía cuándo y cómo tenía que mantener el suspense de la novela", reconoce la escritora.

A la autora latinoamericana le encanta ver sus novelas en películas, "todas menos mis memorias, claro está", sugiere. Hace apenas unas fechas rompió unas negociaciones con Hollywood por una de sus novelas, "querían un acuerdo leonino, un contrato para siempre y se quedaban con el copyright de todos los personajes; ya no podría volver a utilizar mis personajes. Me he gastado mucho dinero en abogados pero es mejor así", cuenta sin un ápice de contrariedad porque, sin embargo, sí está muy avanzado un posible acuerdo para hacer una teleserie de Inés del alma mía. En este caso sería una coproducción hispano-chilena.

Para terminar nos da su receta para ser escritor, "hay que tener mucha oreja para las historias y buen oído para contarlas. Los cuentacuentos me parecen geniales". Cree, finaliza, "que se puede enseñar a escribir, pero enseñar a contar una historia es imposible. Es como el que sabe o no contar chistes". El chiste de la vida.

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