Al llegar a Barcelona y ver lo grande y hermosa que es esta ciudad no podemos dejar de asombrarnos de sus gentes y de sus pequeños y grandes negocios así como de la forma de ser de sus muchos habitantes que a lo largo de la Historia nos han acompañado en este «viaje imaginario». España es «terriblemente grande».
Esa vieja piel de toro parece mudarse y renacer una y otra vez como dijo el clásico. Mientras Andrés Trapiello nos descubre en un artículo reciente las contradicciones de don Miguel de Unamuno y es autor de obras como la publicada no hace mucho con un nuevo formato y una nueva edición de «Las armas y las letras. Literatura y Guerra Civil» o «El Jardín de la Pólvora» o podemos recordar a ese periodista Alberto Oliveras (1929-2010) quien a través de un personaje social o histórico nos hizo vivir aventuras y desventuras que muchos y muchas quisiéramos haber vivido y llegado al corazón de la gente. No podemos «olvidarnos de los intelectuales» como muy bien nos dijo un buen amigo. Pero aún así tenemos una gran Literatura rodeada de recovecos que nos hacen entrar y salir de las distintas páginas que forman un libro sea en digital o en papel. Vivimos, es cierto, en un momento globalizado y no podemos hablar de España ni de la India ni de Cataluña sino de muchas Españas y de muchas Cataluñas juntas y relacionadas a nivel mundial con muchas Indias.
O en lo que hace años denominaban «La Ciudad Condal» y al salir de nuestro hotel y tomar un poco de pan tumaca ante una ciudad que está creciendo a «marchas forzadas» nos encontramos con nuestro hombre, Gaudí quien nació en 1852 y ha fallecido un 1926 llegando a rozar el mito y la leyenda. ha sido el máximo representante del modernismo catalán dotado de una fuerte intuición y capacidad creativa ha concebido edificios de una forma global.
Pero más que con un hombre (las obras son en realidad las que duran por los siglos de los siglos) Vemos y observamos una Catedral que ha sido motivo de todo tipo de comentarios habidos y por haber. Se han realizado estudios de una índole o de otra en torno a esta obra monumental. Iniciada en 1882 aunque se encuentra en proceso de construcción.
Una fila de japoneses se encuentra haciendo tiempo para poder entrar en la misma y es (que me perdonen algunos) todo un símbolo para muchos de Cultura y de Arte. Se necesitarían varios dias con sus noches para poder comprender bien esta «verdadera obra colosal» Y sobre todo retroceder a la figura de su autor Gaudí.
Ahora y gracias a Xavier Güell podemos entrar un poco más a fondo en esta obra y en este autor universal cuya vida en vez de decrecer con el paso del tiempo lo que hace es aumentar más y más demostrando que no solo la filosofía crece a medida que nosotros como humanidad lo hacemos sino que también lo hacen las obras de arte que como tales crecen con los tiempos que nos ha tocado vivir. En esta novela de Gúell se mezcla la realidad y la ficción con las confesiones de Gaudí que nos hace «retroceder en el tiempo» a otros lugares pasados que a cualquiera de nosotros nos hubiese gustado vivir. Xavier Güell es Director de Orquesta y tras haber estudiado con grandes maestros como Leonard Bernstein o Sergiu Celibidache así como promotor musical decidió emprender el camino de músico comprometido con las vanguardias. Pero igual que los autores anteriores en esta obra traza un paralelismo en un laberinto espiritual del siglo XX a la búsqueda del tiempo personal de Gaudí, como gran arquitecto del mundo, en donde ve al amigo capaz de revelarle los reservados senderos que marcan su propio universo familiar. Y sobre todo hay que tener en cuenta precisamente que su autor Xavier Gúell es descendiente de Eusebio Gúell el hombre que financió a Gaudí en la mayoría de sus proyectos.