“No veo ni contradicción ni locura en mi vida. Es verdad que, así como no podemos ver nuestra espalda, tampoco podemos ver nuestros errores o nuestra locura. Yo, sin embargo, me aferro a la idea de no estar loco, sino de ser verdaderamente religioso. Cual de las dos cosas soy en realidad, podrá decidirse sólo tras mi muerte” (Gandhi)
Quién lo iba a decir cada vez son más los movimientos que a través de la historia han dejado ideas a un lado y a otro de nuestras fronteras incluso hay motivos para pensar que muchos han sido los que han motivado “guerras que han surgido por defender unas ideas u otras” Desde el momento en que un personaje como Gandhi habló de la “no violencia” han sido muchos los que han defendido estas ideas y otros han hecho todo lo contrario. Otros sacan libros sobre el nacionalismo y lo que significa ser nacionalista y lo malos que son estos denominados nacionalistas. Ya lo dijo la poeta y ensayista Chantal Maillard “La escritura de mis diarios es el testimonio de una voluntad comprometida en ese empeño; son una obra en marcha que terminará, sospecho al tiempo de mi capacidad de observarme y darme cuenta de ello”
Pero ¿qué sucede con la Filosofía y las distintas escuelas de Filosofía? Desde acercar dos términos como son Oriente y Occidente hemos acudido a una “lucha de diversos intelectuales entre las ideas y la mente o entre las ideas y el corazón? Quizás como alguien escribió han sido muchos los que han aplicado esa palabra Intelectual al conocimiento y han dejado atrás lo otro, el corazón. Fue hace unos años cuando salió publicado “India y Europa. Ejercicio de entendimiento filosófico” de Wilhelm Halbfass un proyecto en forma de libro que acabó convirtiéndose en un clásico y ha sido traducido por el profesor Óscar Figueroa dando en el mismo las futuras pautas para un gran entendimiento. Pero entre proyecto y proyecto surgirían traductores como Fernando Mora o David González Raga a quien nunca se les agradecerá bastante el trabajo efectuado y ese acercamiento a los lectores que no saben otras lenguas como el inglés y muchos libros son el fruto de la traducción de estos dos profesionales. Pero no nos alejemos.
En este libro que acaba de salir bajo el sello de Taurus. Su autor Wolfram Eilenberger nos acerca a lo que pudieron ser los años 1919-1929 la gran década de la Filosofía. “Estamos en 1919 y la guerra acaba de terminar. El doctor Benjamín huye de su padre, el subteniente Wittgenstein comete un suicidio económico y el profesor Heidegger abandona la fe. Un volumen para leer de un tirón que nos acerca a otras lecturas complementarias como el caso de las anteriores y nos describe las vidas y “milagros” de sus protagonistas así como los claros y oscuros de los mismos. Eilenberger traza conexiones entre los modos de vida y las teorías de estos cuatro filósofos seductores y brillantes guiados por la necesidad de responder a las preguntas claves de la historia del pensamiento y sus respuestas iluminan los peligrosos tiempos que vivimos hoy en día. Ahora no nos quedemos ahí son muchos los autores y autoras que se han sumando a este colectivo en donde hacen de la Filosofía una verdadera virtud y muestra de ello son sus obras, igual que Eilenberger ha sido quizás Sarah Bakewell quien nos ha acercado a “Él café de los Existencialistas. Sexo, café, y cigarrillos o cuando filosofar era provocador” A lo mejor como apunta Bakewell (1963) la palabra provocador ha perdido su esencia y ya no la utilizamos como deberíamos por eso anteriormente fue conocida por su “Una vida con Montaigne” que la ha dado a conocer y es una delicia en un mundo como el nuestro leerlos y disfrutarlos. Pero no nos quedemos ahí por qué todos estos libros forman un colectivo de mujeres y de hombres que han narrado bien o mal una época que les tocó vivir. Hizo igual hace ya bastante años Alberto Vanasco quien nació en Buenos Aires un 1925 y hemos rescatado del olvido una breve biografía para todos los lectores accesible a la figura de Hegel con su “Vida y Obra” Por eso en un momento como el que estamos viviendo queremos reivindicar a autores y autores en el momento presente en que nos encontramos.
¿Han existido escuelas y tenemos que estudiar las mismas? Fue hace ya un tiempo cuando la editorial Turner publicó un libro necesario. Bajo el nombre de “Gran Hotel Abismo. Biografía coral de la Escuela de Frankfurt” Su autor Stuart Jeffries ha trabajado para el diario The Guardian durante varios años, parte de ellos como corresponsal en París y actualmente escribe para otros medios como el Financial Times. Y este grupo de pensadores alemanes ha tenido una inmensa influencia sobre las ideas y la cultura de las últimas generaciones. Han tenido la intención de arrojar luz sobre la política cultural durante el auge del fascismo y para ello comenzaron a reunirse y crearon la Escuela de Frankfurt en 1923. Muchos de ellos tuvieron que exiliarse y acabaron sus vidas en Estados Unidos.
Durante toda la década de 1930, la Escuela de Frankfurt estuvo inmersa en la tarea de dilucidar por qué no se había producido la revolución socialista y cómo había llegado Hitler al poder. Algunos de sus estudios fueron en torno al tema de la cultura, aquel nuevo frente en la lucha neomarxista. Fue en 1936 cuando la revista del Instituto publicó dos estudios sobre el arte moderno. Pero ya desde 1923 el Instituto de investigaciones marxistas dio en llamarse Escuela de Frankfurt guardando cierta distancia con los partidos políticos y se mantuvo escéptico ante las luchas políticas. Sus miembros - Theodor Adorno, Herbert Marcuse, Erich Fromm, Jürgen Habermas - entre otros eran unos virtuosos a la hora de criticar las crueldades del fascismo. Entre sus anteriores huéspedes estaban Arthur Schopenhauer quien según Lukács, implicaba una reflexión sobre los sufrimientos del mundo desde una distancia prudencial. “La contemplación diaria del abismo, entre excelentes comidas y divertimentos artísticamente sólo puede sublimar - escribió Lukács el disfrute de las sutiles comodidades ofrecidas”.