En “La Viuda Valenciana”, Lope de Vega retrata la historia sobre una mujer que tras enviudar quiere tener el poder decisión sobre su propia vida, y más concretamente sobre su propio deseo. La protagonista de nuestra historia, Leonarda,interpretada por Pepa Gracia muestra de manera determinante un comportamiento como el que tendrían algunas mujeres nuestro tiempo.
Un texto escrito a finales del SXVI que sigue estando de rabiosa actualidad porque la lucha de las mujeres sigue muy vigente. Por lo tanto, el espectador va a encontrarse con una personajes y situaciones muy reconocibles de nuestra sociedad actual.
Los hechos que Lope relata en esta historia están basados en un hecho real.En el entorno de escritor los casos de amoríos llevados más o menos en secreto parecen haber sido bastante frecuentes y él mismo protagonizó algunos bien conocidos. No es casualidad que “La viuda valenciana” se la dedique a “Marcia Leonarda”. Un nombre que no era más que uno de los pseudónimos literarios que Lope utilizaba para referirse a su amante, Marta de Nevares y Santoyo, una mujer casada.
Borja Rodríguez y MiC producciones y distribuciones teatralesapuestan por esta genial comedia de Lope, quizás no esté entre las más conocidas por el gran público ni entre las más y representadas, pero, “La viuda valenciana” si está entre las que merece la pena revisar y poner en escena por valor, por historia y por vigencia de lo narrado por Lope.
Para acompañar la genialidad de Lope, un elenco de actores que brillan en esta particular versión teatral y cuya dirección se ha ocupado de que el tono y el equilibrio sean dignos de mención, interpretativamente hablando. Con Pepa Gracia, a la cabeza a quien hemos visto en obras de José Carlos Plaza, Fernando San Segundo o Carlos Álvarez entre otros, le sigue un reparto de autentico lujo con Alfredo Noval, Arantxa Aranguren, Rafa Núñez, Alberto Gómez-Taboada, Agustín Otón, Maria Cobos.
Al quedar viuda Leonarda, todos los ojos se fijan en ella para encontrarle un marido. Multitud de pretendientes se acercan hasta su puerta, dando lugar a las situaciones más variopintas; pero ella no quiere volver a ser la mujer de, ni la señora de, sino que prefiere ser dueña de su voluntad y, sobre todo, de su deseo.
Pronto conoce a Camilo, un joven al que conduce a ciegas (con los ojos vendados) hasta su casa. Allí se aman si verse, a oscuras y con los ojos tapados. Las sesiones se repiten y la pasión crece como la cresta de un incendio, y el destino hace que los dos amantes se conozcan en público, sin saber Camilo que Leonarda es la dama que lo rapta por las noches.
¿Dejar entrar la luz y destapar la verdad o seguir jugando al juego de sombras? ¿Ceder a la convención social y aceptar de nuevo el matrimonio? ¿Callar todas las demás voces o seguir haciendo oídos sordos? ¿Atender a la pasión o cruzar la puerta hacia una nueva vida en común?
Todas estas preguntas saltan sobre el papel a primera lectura de la obra de Lope, y su puesta en escena verterá́ otras tantas que la hacen muy atractiva, pues nos habla del poder de decisión de la mujer sobre sí misma y sobre su voluntad, por encima de lo aprendido y lo impuesto.