Documental| 89 min. |Francia| 2017
Título: A Viva Voz.
Título original: A voix haute - La force de la parole.
Director: Ladj Ly, Stéphane de Freitas.
Guión: Stéphane de Freitas.
Intérpretes:
Estreno en España: 15/02/2019
Productora: My Box Productions
Distribuidora: Pack Magic.
Cada año en la Universidad de Saint-Denis se lleva a cabo el concurso Eloquentia, una interesante competición de oratoria entre jóvenes en los que se valoran su elocuencia y capaz de argumentación. Los estudiantes de la institución proceden de los orígenes más variados, pero todos tendrán la oportunidad de prepararse gracias a expertos en la materia, desde abogados hasta directores, que les enseñarán la complicada habilidad de hablar en público.
La palabra es una de las bases esenciales para la interacción humana, con una riqueza infinita que cristaliza en su versatilidad de uso. La palabra posee la virtud de la precisión para canalizar información de todo tipo, desde mensajes meramente objetivos hasta proclamas que apelan a las subjetividades de las personas. Es por eso que el lenguaje posee un poder supremo para dirigir las relaciones humanas, tanto para bien como para mal.
En A viva voz, la palabra ocupa un puesto central dada su suprema relevancia en todas las sociedades del mundo y deviene el vehiculo para que sus protagonistas estrechen lazos y nos cuenten cada uno distintas realidades cercanas: las suyas. Con la premisa de la celebración de un concurso de oratoria en Saint-Denis, jóvenes humildes como un aspirante a actor que anda cada día 15 km para ir a clase, una feminista musulmana, un antiguo sin hogar o una chica que ha perdido a sus padres, entre otros, nos narran desde sus discursos en que consiste su existencia y sus propuestas para mejorar los entornos.
Stéphane de Freitas y Lady Lys hacen una crónica de las seis semanas de preparación para el concurso, en la que fundamentalmente se resiguen las sucesivas clases en las que se inculcan a los futuros oradores técnicas de la palabra, con las que se refuerza la idea de la voz como herramienta para el convencimiento y la defensa de las posiciones. Asimismo, en el transcurso de las lecciones somos testigos del afloramiento de la hermandad entre los distintos participantes, quienes inevitablemente experimentan un crecimiento personal que repercute en sus disertaciones, fortaleciéndolas.
Es por esto que en A viva voz la emotividad sobresale en muchos pasajes, ya sea en el aula o en los retales de las vidas de los personajes mostrados paralelamente, pero no se mezcla con una sensiblería exacerbada en la que suelen caer muchas ficciones. Porque afortunadamente nos encontramos más cerca de los márgenes de La clase (Laurent Cantet, 2008) que de otros productos galos más subrayados. Hay credibilidad en unas historias potentes confluentes en el aula, pero que quedan algo descafeinadas por un montaje que ralentiza su parte central y una propuesta visual que, paradójicamente, deja de lado otro lenguaje fundamental como el de las imágenes al pecar de televisiva.
Queda claro que en A viva voz la palabra es la que manda en la película, tanto en la película como en el anhelo de instaurarse como motor transformador de la sociedad, en tiempos en los que parece ser que el diálogo es visto como un símbolo de debilidad.